El neoliberalismo de europa, y del mundo, es, por cierto, económico, y por tanto, y obviamente, no tiene como finalidad mejorar la calidad de vida del ciudadano, si no que tan solo se trata de una serie de medidas que incentivan la facilidad y la libertad de movimiento de productos y bienes entre países y a través de sus fronteras y aranceles. Es, por ello, una medida económica que favorece el capitalismo más agresivo y a sus máyores representantes: a los oligarcas, a sus monopolios y a sus títeres que nosotros mismos ponemos en el poder político con nuestros inservibles e ilusorios votos. De tal modo y con una completa permisividad política, vemos como los creadores de ese neoliberalismo van haciendo y deshaciendo a su antojo por el bien de su propia economía. Y les va muy bien a esas ratas. Ni una de ellas piensa un momento en el bienestar humano del ciudadano medio, no existe tal romanticismo en las robóticas mentes de los que buscan sistemáticamente y del modo que fuere el mayor beneficio posible en el plazo más corto posible. Ante toda esta deriva del capitalismo y de los capitalistas, al ciudadano solo le queda ser testigo de las inhumanas tendencias que se acercan, ya sea el neofascismo o la izquierda más radical, que si bien no llegan para tumbar al régimen económico imperante, se utilizarán por contra como la mano dura necesaria para mantenerlo. Pero el ciudadano no debe estar descontento ni disconforme por su precario sueldo de su penoso y esclavista trabajo, si bien debiera estar agradecido de, gracias a las medidas tomadas por las grandes ratas, poder comprar una tele y una consola, y también un coche, a un precio reducido del producto final, cuya manufactura es posible gracias a la globalización donde las materias primas y la mano de obra se mueve tan libremente por un mundo en alerta ecológica.
Y en breve se acerca la nueva era, la robótica. Veremos donde vamos a ir a parar todos cuando ya no les hagamos falta a las ratas.
El bienestar social dice... que iluso