#2 sería más bien un (otro) Vaticano, con derechos civiles que paradógicamente el Vaticano no tiene, eso sí, como el sufragio universal... incluido, evidentemente, el femenino.
Son musulmanes, pero beben vino, bailan y las mujeres no llevan velo: muchos los tienen por herejes
Mientras Erdogan financia la Gran Mezquita de Tirana para aumentar su influencia en el país los bektashíes albaneses extienden un mensaje de tolerancia que es la primera línea de defensa contra el radicalismo salafí y el 'neootomanismo' del Gobierno de Ankara. Hablamos con el líder de esa cofradía, Baba Mondi.
A quienes desconocen la esencia de las creencias bektashíes les suele sorprender que beban raki o vino, que no recen en mezquitas sino lo que ellos denominan tekkes, que se opongan a la poligamia y a la segregación de las mujeres en los espacios de oración y que, sobre todo, otorguen un papel central a la libertad de creencia del individuo. "Nuestras mujeres no se cubren y rezan con nosotros", nos dice el dedebaba, a sabiendas de que esa es la clase de detalles que ayudan a establecer una frontera entre las prácticas de su cofradía y las de otros fieles del Islam. Eso y la insistencia con la que repiten que no se debe juzgar a los demás, y menos todavía, imponerles una fe. Ni siquiera están obligados a observar los cinco pilares tradicionales del Islam.
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Son musulmanes, pero beben vino, bailan y las mujeres no llevan velo: muchos los tienen por herejes
Mientras Erdogan financia la Gran Mezquita de Tirana para aumentar su influencia en el país los bektashíes albaneses extienden un mensaje de tolerancia que es la primera línea de defensa contra el radicalismo salafí y el 'neootomanismo' del Gobierno de Ankara. Hablamos con el líder de esa cofradía, Baba Mondi.
A quienes desconocen la esencia de las creencias bektashíes les suele sorprender que beban raki o vino, que no recen en mezquitas sino lo que ellos denominan tekkes, que se opongan a la poligamia y a la segregación de las mujeres en los espacios de oración y que, sobre todo, otorguen un papel central a la libertad de creencia del individuo. "Nuestras mujeres no se cubren y rezan con nosotros", nos dice el dedebaba, a sabiendas de que esa es la clase de detalles que ayudan a establecer una frontera entre las prácticas de su cofradía y las de otros fieles del Islam. Eso y la insistencia con la que repiten que no se debe juzgar a los demás, y menos todavía, imponerles una fe. Ni siquiera están obligados a observar los cinco pilares tradicionales del Islam.
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