Recuerdo que los quinquis de mi pueblo se sentaban en un banco a tomar sus litronas y las señoras se iban a la otra acera para no cruzarse con ellos. Y que yo sepa nunca se metieron con nadie que pasara por la calle supongo que el miedo es libre.
Eso sí, robaban radiocasettes de los coches, bicicletas, y tres o cuatro veces al año robaban en una vivienda y se llevaban todo lo que podían. Incluso la ropa para después venderlas en mercadillos.
Si recuerdo la historia de uno que pilló de madrugada a un kinki robándole la radio del coche, y sacó su escopeta y lo llevó apuntándolo hasta el cuartel. Al yonki no le pasó nada porque era un hurto (robo menor), pero él se vio en juicios por encañonar a una persona.
#4 Me recuerda a la anécdota del que descubrió a un ladrón robándole el radiocassette y cerró la puerta hiriéndole en la pierna. Al final el robado fue a juicio por lesiones y tuvo que pagarle algo al chorizo.
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Eso sí, robaban radiocasettes de los coches, bicicletas, y tres o cuatro veces al año robaban en una vivienda y se llevaban todo lo que podían. Incluso la ropa para después venderlas en mercadillos.
Si recuerdo la historia de uno que pilló de madrugada a un kinki robándole la radio del coche, y sacó su escopeta y lo llevó apuntándolo hasta el cuartel. Al yonki no le pasó nada porque era un hurto (robo menor), pero él se vio en juicios por encañonar a una persona.