El pánico se ve claramente reflejado en el rostro de esos dos turistas, los cuales, bloqueados por el miedo, son incapaces de levantarse de la toalla en la que plácidamente toman el sol de las afortunadas islas, es precisamente ese miedo el que provoca que en un momento dado, ambos intercambien una mirada de complicidad acompañada de una tímida sonrisa, mientras una turba enfervorizada grita alrededor de ellos y aguarda el momento oportuno de acabar con la vida de los pobres visitantes con las peligrosas armas que portan y blanden amenazantes, tales como, pancartas hechas de cartón, banderas de Canarias e incluso una bandera de la República Española.
Al cierre de esta información, desconocemos la suerte que corrieron los visitantes que tan solo querían disfrutar de una de las joyas de nuestro país, si conocemos en cambio, que los malhechores que les amenazaron vilmente, y quien sabe si algo más, regresaron a sus casas sin ser aprehendidos por las fuerzas del orden, en un hecho que demuestra el claro aumento de la turismofobia y la impunidad con la que esta actúa.
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Al cierre de esta información, desconocemos la suerte que corrieron los visitantes que tan solo querían disfrutar de una de las joyas de nuestro país, si conocemos en cambio, que los malhechores que les amenazaron vilmente, y quien sabe si algo más, regresaron a sus casas sin ser aprehendidos por las fuerzas del orden, en un hecho que demuestra el claro aumento de la turismofobia y la impunidad con la que esta actúa.
Puestos a exagerar mejor así.