#20 Baste ver el espectáculo denigrante de los nafos y los putinejos en estos últimos años en las redes... cuando la mayoría, en persona, no tendrían fuerza para municionar un cargador y se marearían fregando la carnicería de su barrio.
así es, y eso es lo que me trajo aquí con vosotros
De warmongers está internet lleno y la elefantita no era una excepción.
#22 me refiero a que de warmongers está internet lleno y la elefantita no era una excepción.
De pequeño me ensenaron a tirar, con perdigones y luego con cartuchos, no tenía mal ojo. En el pueblo de mi madre en los 80 si no te integrabas mal ibas. En verano tirábamos, intentando que la benemérita no lo supiera claro esta. No obstante con el tiempo he terminado aborreciendo el negocio de la caza deportiva, del cual vivía antes medio pueblo (perdiz, faisán principalmente pero también caza mayor), y en general las armas.
Otras armas no tengo ganas de probar.
PD: lo de tiro al plato igual si podría volver a hacerlo.
#23 El problema viene cuando las latas o las dianas también tienen armas...
Decía Sun Tzu (poco sospechoso de pacifismo) que las armas son instrumentos de mal agüero. Yo prefiero tenerlas a mano y saber manejarlas, pero Dios quiera que no las necesite nunca: ni me gustan ni me divierten.
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así es, y eso es lo que me trajo aquí con vosotros
De warmongers está internet lleno y la elefantita no era una excepción.
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De pequeño me ensenaron a tirar, con perdigones y luego con cartuchos, no tenía mal ojo. En el pueblo de mi madre en los 80 si no te integrabas mal ibas. En verano tirábamos, intentando que la benemérita no lo supiera claro esta. No obstante con el tiempo he terminado aborreciendo el negocio de la caza deportiva, del cual vivía antes medio pueblo (perdiz, faisán principalmente pero también caza mayor), y en general las armas.
Otras armas no tengo ganas de probar.
PD: lo de tiro al plato igual si podría volver a hacerlo.
Decía Sun Tzu (poco sospechoso de pacifismo) que las armas son instrumentos de mal agüero. Yo prefiero tenerlas a mano y saber manejarlas, pero Dios quiera que no las necesite nunca: ni me gustan ni me divierten.