«Acusamos a Begoña de haber recibido un cheque en blanco y de haberse gastado dinero sin supervisión ni autorización».

Aquí la culpa parece de la complutense y sus fantásticos contables por firmar sin mirar.

Salió el caso de un auxiliar administrativo que se dedicaba a comprar suministros a una distribuidora que le daba una buena comisión. El empleador lo demandó cuando ya se había embolsado cosa de un millón de monedas y perdió por haber permitido firmar contratos y hacer pagos a una persona sin privilegios ni supervisión. Desgraciadamente, los buscadores de internet lo han sepultado