El ambiente empieza a oler a rata muerta. La mierda empieza a ser acumulada en las clínicas de odio en que se han convertido los denominados Cuartos de Guerra de los candidatos. Ahí abundan documentos oficiales, audios, videos, confesiones de examantes, hijos no reconocidos, amigos de la infancia, socios malquerientes, testigos impropios y brujas de lenguas demasiado largas. La mierda se cataloga de acuerdo a los tiempos de campaña. Los operadores ya trabajan con ella, y lo hacen con guantes especiales y cubrebocas para no contaminarse...