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¿Por qué viajó Rudolf Hess a la Gran Bretaña? (III) Conclusiones personales

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1.-¿Hitler envió a Hess en su “Misión de Paz” al Reino Unido?

No hay ninguna prueba de que fuera así. De hecho, todos los indicios que se presentan a favor de esta tesis son “alguien cree tal cosa” o “alguien dijo que había oído tal otra”. Descontando los absurdos rumores que se leen en las webs revisionistas de Internet, algunos testimonios que han durado más son:

- Ernst Wilhelm Bohle: líder de la Organización exterior del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y protegido de Rudolf Hess. Tras la guerra, dijo que “siempre creyó” que Hess actuaba con el conocimiento de Hitler, pero no tenía ninguna prueba.

- Karl Heinrich Bodenschatz: Ayudante de Göering. Estaba presente en el Berghof cuando llegó la famosa carta de Hess que debía entregar Pintsch. Sin embargo, declaró tras la guerra que “creía que Hitler estaba involucrado” en el viaje de Hess. Tampoco presentó ninguna prueba; y las conversaciones que –a escondidas- fueron grabadas entre los alemanes prisioneros de los británicos muestran que esto no era cierto.

- Karl Friedrich Otto Wolff: Al principio de 1945, ocupaba el puesto de Comandante Militar de la Wehrmacht y de las SS en Italia; en la Operación Sunrise, intentó llegar a un acuerdo con los aliados anglosajones y rendir Italia ante ellos antes de la posible llegada de los soviéticos. Según John Toland ("Los últimos días"), cuando Hitler se coscó de las negociaciones, citó a Wolff, quien se adelantó a la previsible diatriba/condena del Fuhrer y le informó de que sus conversaciones preliminares habían tenido éxito. Según Toland, Hitler le dijo: “Tiene usted una suerte extraordinaria. De haber fracasado, habría tenido que lanzarlo del mismo modo que lo hice con Hess.

Bien, en primer lugar John Toland no es un historiador, sino un escritor que hace libros sobre hechos históricos, que no es lo mismo.1 Su fuente es Wolff, lo que él dijo (según Toland) pero no hay ninguna prueba física de que tal cosa sea cierta. Incluso, la misma expresión usada “lanzarlo”, “desestimarlo”: “throw up” puede también querer decir que, en caso de éxito del viaje de Hess, hubiera sido recibido en triunfo. En todo caso, todo el comportamiento del Führer hacia el final de la guerra, oponiéndose a cualquier negociación con los aliados, hace esta versión muy inverosímil.

Y otros muchos más cuya documentación es ridícula, por lo inexistente.2

Prácticamente todos los lideres nazis de la época, incluso los más cercanos a Hitler (Göering, Goebbles, Speer…) recogen en sus diarios y anotaciones el profundo disgusto del Führer ante el vuelo de Hess, y las órdenes de que fuera abatido si volvía en algún momento a Alemania.3

Göering, el único colaborador íntimo de Hitler que sobrevivió para ser juzgado en Nüremberg, rechazó de plano la posibilidad de que Hitler hubiese podido intentar un contacto con los aliados a través de Hess. En las entrevistas previas al juicio, Goëring desechó rotundamente tal idea, y afirmó que “si el Führer hubiese querido ofrecer un nuevo acuerdo a los británicos, sin duda hubiese recurrido a mis redes de contactos con los suecos, franceses, suizos…”. Von Ribbentrop, el Ministro de Exteriores, también se expresó de una manera parecida.

Lo que enlaza con la siguiente pregunta…

2.- ¿Cuadra lo que conocemos del viaje de Hess con la personalidad de Hitler?

Nuevamente, en mi opinión, NO. DE NINGUNA MANERA.

Adolf Hitler era una persona que, a lo largo de toda su vida, mostró una absoluta aversión a hacer el ridículo. Como indicios, su rechazo (acreditado por sus ayudas de cámara) a ser atendido antes de llevar un atuendo que cubriera su pudor (que sufriese una monorquidia o no -no está demostrado- es irrelevante); su imposición de que sólo un fotógrafo oficial (Heinrich Hoffman) pudiese publicar sus retratos (incluso años antes de devenir el Führer), entre otros; y, como pruebas, su extraordinaria sed de venganza contra gente que, según él, le había fallado, como los asesinatos de Von Schleicher, Von Kahr o Georg Strasser, en la “Noche de los Cuchillos Largos”: gente que no suponían ningún peligro para él, pero que de alguna manera se habían opuesto a sus intereses.

Enviar a Hess (una persona que –pese a ser un aviador experimentado- no había saltado nunca en paracaídas) a cumplir una misión que tenía tantas posibilidades de fracaso como pocas de éxito no entraba dentro de la psicología de Hitler.4 Más aún, puesto que Hitler había ofrecido por dos veces la paz a los ingleses (en sus términos, claro; la segunda, en Julio de 1940, “A last appeal to Reason” incluso había sido lanzada en millones de octavillas sobre Gran Bretaña [Imagen]) y, al no recibir respuesta había declarado solemnemente que había sido la última vez que lo hiciera ¿cómo iba a enviar a su lugarteniente con las mismas propuestas que ya había sido rechazadas, para que Churchill se mofase de él?

3.- ¿Pudo ser atraído Hess al Reino Unido con una astuta maniobra del Servicio Secreto Británico?

Nuevamente, en mi opinión, NO.

Periódicamente se han publicado algunos libros (y sus correspondientes artículos en prensa sensacionalista - casi toda la prensa actual lo es - adecuadamente halagadores) que sugieren que Hess, percibido por los Servicios Secretos Británicos como la figura más débil del entorno de Hitler (debido a sus creencias en astrólogos y ocultistas) fue objeto de un engaño que consistía en enviar horóscopos, a través de agentes británicos camuflados (como la vieja adivina que le hizo llegar una predicción) que le hicieron creer en su “Misión”.

Estos artículos, y libros, son absolutamente vacíos de pruebas. Ningún documento original, ningún nombre comprobable… En cambio…

Los documentos desclasificados de los archivos de los líderes de Reino Unido (empezando por Churchill, siguiendo por Eden, Cadogan, Kirkpatrick, el propio Hamilton) muestran una absoluta sorpresa con el aterrizaje de Hess en Escocia; incluso un absoluto escepticismo ante la noticia. De hecho, Hess vino a caer en un condado escocés donde los representantes de la ley estaban tan alegres (léase por contenido alcohólico) que difícilmente consiguieron llevarle ante un mando con poder para decidir el destino del prisionero.

Pero, además ¿qué sentido tendría secuestrar (o inducir al autosecuestro) a un líder político que un Servicio Secreto mínimamente competente – como lo era el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS, conocido como MI6) británico – debería saber que estaba fuera de juego en la política del III Reich? Hess sabía incluso menos que los británicos sobre la inminente Operación Barbarroja. Por no saber, no sabía de la fecha, que sus enemigos conocían con bastante exactitud.5

Cuando Hitler se enteró de la defección de Hess, su pánico no se centró en lo que sabía de Barbarroja, sino en lo que podían pensar sus aliados. Despachó inmediatamente emisarios para asegurarles que no había ningún proceso de paz en marcha. De hecho, todos le creyeron.

4.- ¿Cuál es mi opinión sobre el Vuelo de Hess?

En mi opinión, creo que Hess sufría (o estaba al borde de sufrir) un Transtorno Delirante (como lo llaman ahora los psiquiatras; antes era una Psicosis Paranoica) centrada en su creencia en la infalibilidad del Führer y en que sólo un obstáculo externo (el Gobierno belicista actual de Churchill; los judíos que manipulaban los gobiernos mundiales, incluso engañaban con pruebas falsas al Führer) evitaba que sus designios, expresados claramente en Mein Kampf, se tradujeran en hechos.

A ver si lo explico.

El enfermo con Transtorno Delirante es alguien que cree firmemente, y de una manera irreductible a cualquier prueba o razonamiento que le puedas presentar, en una idea errónea (“delirio”, que no es lo mismo que “delirium”) que centraliza sus funciones sociales y sus energías en un grado que, a la larga, será perjudicial para el paciente. Se trata de una idea equivocada, que contradice las pruebas y razones en contra; pero el razonamiento del sujeto es perfectamente coherente; mantiene un discurso correcto, no presenta alucinaciones ni discurso inconexo (lo que podría caer en el campo de la esquizofrenia paranoide).

Tampoco debe presentar alteración de la conciencia (lo que sería “delirium”; y debería buscarse una causa orgánica, no psiquiátrica) ni otras causas orgánicas como ingesta de droga, etc. De hecho, el sujeto con Transtorno Delirante razona, piensa, y se comporta de una manera absolutamente normal, en todo lo que no atañe a su monomanía; y, de hecho, son sujetos que convencen a sus allegados de que llevan razón, y pueden llegar a tener un éxito social importante, porque al dedicar toda su energía a probar su Idea Delirante, encuentran tal cantidad de argumentos y “pruebas” que pueden llegar a ser avasalladores.6

Así que el sujeto con “Transtorno Delirante” debe ser un sujeto con una idea (normalmente única o “monomanía”) que debe ser equivocada, según todo el mundo, pero al que no puedes convencer de su falsedad, presentes los argumentos o pruebas que presentes. No debe atribuirlo (al menos, no en serio) a alucinaciones o inspiraciones derivadas de ideas incoherentes: “vi un gato verde, así que comprendí que mi mujer me engañaba”.

Según la Psiquiatría actual (al menos, los yanquis, que son los que dominan el panorama) los más frecuentes son el delirio de celos; de persecución; la erotomanía (alguien está secretamente enamorado del paciente); la megalomanía, y el delirio somático (el paciente cree padecer alguna enfermedad o defecto); pero hay una categoría de “otros”, porque el mundo de la enfermedad mental es inabarcable; y, por cierto, la diferencia entre un Hess convencido de que podía ayudar a Hitler acabando con la Segunda Guerra Mundial y reforzar su propio puesto; y el Hess con un Transtorno Delirante, es muy sutil.

En mi opinión, pues, Hess padecía un Transtorno Delirante cuya idea era que el Führer era un Líder Natural, cuyas ideas, recogidas en “Mein Kampf”, conducirían al pueblo alemán al domino mundial. En ese momento, obstáculos como el Judaísmo, el Gobierno belicista y plutócrata de Churchill, incluso algunos de los que merodeaban alrededor de Hitler, eran los impedimentos para el gran objetivo de Alemania. Por lo tanto, su vuelo, con el ofrecimiento sincero de las condiciones de paz (véase también el Mesianismo de Hess, ofreciéndose por el Padre) no podía por menos que tener éxito.

5.- ¿Hess fue asesinado en su celda de Spandau en 1987?

No lo sé, ni creo que lo lleguemos a saber jamás.

Pero, en mi opinión, no tiene ningún sentido la teoría revisionista de que los británicos lo asesinaron “para que no se supiera alguna cosa sobre su misión de paz a Escocia”. En 1987 Hess era un anciano absolutamente demente, con 93 años, cautivo durante más de 40 años, los últimos 20 en soledad; y ya he dicho antes que la monomanía, sin ser en sí una enfermedad que afecte lo cognitivo, a la larga predispone a la demencia.

No sé qué podían temer los británicos que pudiese decir Hess (que en 1940 era un ninguneado de la política del III Reich, que no se enteraba de nada) que no hubiera podido decir en Nüremberg, o que sus partidarios no hayan dicho desde entonces (oferta de paz, rechazo de Churchill, conversaciones Churchill – Hitler… siempre sin pruebas). Ni sabemos qué argumentos o demostraciones (y dónde las habría escondido Hess, en caso de tratarse de algo material) podían temer los británicos que saliesen a la luz en 1987, y que supusiesen una conmoción tan tremenda como para obligarles a un asesinato.

Los que creen en la teoría de que Hess no se pudo suicidar – incluyendo a Rudiger Hess, el hijo de Rudolf-, argumentan, sobre todo, la imposibilidad de que un anciano en las condiciones físicas de Hess es imposible que se colgara. Y de ahí a asumir que le asesinaron los británicos solo hay un paso.

En realidad, la experiencia nos demuestra que los enfermos con demencia, en realidad, pueden hacer muchas más cosas que las que creemos posible; sólo que no las hacen porque no tienen ningún interés en ello, por economizar energías que su cerebro les dice que son inútiles, o porque el cerebro demente, de repente, tiene una “chispa” de comprensión que les hace realizar unos movimientos que parecían olvidados. Todos hemos oído, incluso conocido, lo difícil que puede ser contener a un demente; lo que se llama “la fuerza de los locos”; pero que, en realidad, obedece a que en ese momento toda su energía está concentrada en un impulso y, además, no tiene ningún tipo de inhibición ni miedo a las caídas, a golpear a los demás, etc.

Esto, por supuesto, no quiere decir que Hess no pudiera ser asesinado. Pero me pregunto quién podía ser tan estúpido, entre los Servicios Secretos ingleses, para asesinar a un hombre de más de 90 años, con demencia avanzada, y encima hacerlo fingiendo un ahorcamiento, que necesariamente había de atraer las miradas de todo el mundo y requerir de una investigación, una autopsia… Hay mil maneras en las que liquidar a Hess (inyección de aire o cloruro potásico, envenenamiento en la comida compatible con una muerte natural, golpe en la nuca y fingir una caída…)

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