entrar registro

El tablero de ajedrez mutante y su detonador

2189 visitas
|
votos: 6 · 1
|
karma: 120
|

Hay quienes dicen que el ser humano es bueno por naturaleza (es decir, que su tendencia es hacer el bien a los demás) y quien afirma que es malo por naturaleza (es decir, que para satisfacerse está dispuesto a causar el daño injusto que haga falta). Yo siempre he creído que, simultáneamente, somos buenos y malos, pues nuestro interior alberga impulsos, sentimientos y emociones capaces de hacernos entrar en un edificio en llamas para salvar a un niño o de apuñalar a nuestro vecino porque nos cae mal. Somos como un tablero de ajedrez mutante, cuyo número de casillas blancas y negras varía dependiendo del sujeto y del momento de su vida.

Posiblemente haya un componente genético a la hora de determinar cuántas casillas blancas albergamos (sobre todo en el caso de las personas que padecen psicopatía), pero el factor social es determinante. Absorbemos lo que nos rodea y tendemos a hacerlo nuestro, sobre todo en la infancia. Todos somos conscientes del impacto en nuestro estado de ánimo que pueden tener un escupitajo en la cara o un abrazo. Pues imaginad lo que implica sufrir escupitajos todos los días desde niño, o recibir cada noche un abrazo. Nuestro carácter y nuestro código ético se definen en grandísima medida por lo que la sociedad nos ha ido enseñando con el trato que nos ha dado.

En un contexto social donde se nos impulsa a ocultar las emociones negativas, sea por miedo al rechazo o directamente a perder nuestro empleo, es difícil saber toda la rabia, el odio y la sed de venganza que cada cual alberga dentro. Por los desprecios, abusos e incluso insultos que tu jefe te obliga a aguantar a cambio de 900 euros al mes por 40 horas semanales (y muchas veces más) de trabajo. Por la enfermedad de un familiar que va empeorando sin que el especialista le trate, pues le han dado cita para dentro de 8 meses. Por el hacinamiento, el frío en invierno, el calor en verano y los ruidos constantes que te impiden dormir en tu piso de mala muerte. Porque te matas a trabajar y, pese a ello, tienes que malvivir. Y por todos los que se están forrando a costa de tu trabajo, y sus hijos que sin haber dado palo al agua pueden gastarse en un coche lo que tú gastas en sobrevivir durante 3 años.

Cada persona que sufre la anterior situación (y no digamos las que además arrastran traumas más profundos derivados por ejemplo de maltrato infantil) es una bomba de relojería que, en una grandísima parte de los casos, sigue tragando exclusivamente por miedo. Sólo precisa un detonador, que a veces encuentra en sí mismo (sobre todo en EEUU, como sucede con los tiradores que arrasan un colegio o un centro de trabajo) y a veces necesita encontrar en el ejemplo de otros.

AVISO: SPOILER DE "JOKER" A PARTIR DE AQUÍ.

De eso va la película Joker: un marginado que ha sufrido el maltrato de su madre demente (no sabemos si debido a que Thomas Wayne rechazó la paternidad del Joker, o si directamente la madre se inventó esa paternidad), que él mismo padece una gravísima enfermedad mental no tratada adecuadamente porque carece del dinero para recibir tratamiento, y que es rechazado por todo el mundo hasta perder su trabajo. Tres pijos empleados de Thomas Wayne le apalean en el metro, y él los mata con su revolver en defensa propia.

La ciudad ve que los intocables han dejado de serlo, y pueden morir como cualquier otro. Y clama venganza. Todos los marginados, los explotados, los oprimidos...se disfrazan de payasos y se lanzan a practicar una violencia ciega y visceral contra sus amos. No tiene una estrategia ni busca conseguir objetivos más allá de devolver el daño causado. Durante todo este tiempo les han tratado como animales y ahora han decidido responder como tales. Y el Joker se convierte en un héroe, que baila sobre un coche de policía para satisfacer a un público que le aclama por haberse atrevido a matar una vaca sagrada. La revolución del Joker es estéril, su líder no pretende serlo y será rápidamente sofocada por el ejército. Pero se seguirá reproduciendo mientras las cosas no cambien. Y si alguien logra catalizar el odio que la motiva en una estrategia para acabar con el sufrimiento que generan los amos, tal vez logre romper el orden establecido.

Me atrevería a decir que las motivaciones de los adoradores del Joker estaban en (al menos una parte de) los que lanzaban piedras y quemaban mobiliario en Cataluña y Madrid. Decía el Joker que lo peor de tener una enfermedad mental es que los demás esperan que te comportes como si no la tuvieras. Y una de las peores cosas de sufrir explotación, marginación u opresión, es que quienes la causan esperan que la aceptes y te sometas con una sonrisa. Es un imposible que puede ejecutarse durante un tiempo a costa del sufrimiento extremo de sus víctimas. Pero siempre está el peligro de que el detonador explote. Y quien justifica que una persona sea pobre pese a trabajar a tiempo completo, que otra sea abandonada a su suerte porque se le acaba el subsidio de desempleo y no encuentra trabajo pese a buscarlo activamente, o que un enfermo vea empeorar su dolencia mes tras mes por las listas de espera, lo tendrá muy difícil para quejarse cuando una de esas víctimas llame a su puerta para pedirle explicaciones por sus privilegios y por cómo los obtuvo.

Una reflexión personal: me considero una persona tremendamente civilizada y la vida me ha tratado bien, pero reconozco que disfruté cuando el Joker se cargó a los tres yuppies de Thomas Wayne, y directamente me reí cuando le voló la cabeza al humorista-narcotizador de mentes que le usó en su programa de máxima audiencia para que los espectadores se entretuviesen burlándose de su enfermedad mientras Thomas Wayne seguía robándoles la cartera. Cierto es que yo lo estaba viendo en una pantalla y la ficción te hace sentir cosas diferentes de las que experimentarías ante hechos reales. Pero si tuve esos sentimientos positivos (la clásica explosión de liberación que uno siente cuando un oprimido se venga de un opresor) siendo yo un sujeto de clase media que no ha tenido que vivir el infierno de una persona excluida realmente ¿Qué no sentiría esa persona viendo las escenas donde el Joker devuelve una parte del daño que ha sufrido a lo largo de toda su vida?

En el fondo, los Derechos Humanos no son solamente justos. Son la única vía para garantizar una convivencia sana y pacífica en cualquier sociedad.

suscripciones por RSS
ayuda
+mediatize
estadísticas
mediatize
mediatize