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Miseria y contrato social

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Miserables. Sois unos miserables, no os bastaba con la ley mordaza, teníais que poner una "prisión permanente revisable" para mantener en el trullo a los disidentes sine die.

En este puto país de pandereta falsificar documento público no es delito, ni motivo para dimitir (ah, ese nombre ruso). En este país de corruptos, que tu padre medie para que seas registrador de la propiedad no es delito, simplemente, que el chaval que es poco listo y necesita una ayudita. La mala fe, la mala gestión, evadir la responsabilidad, el nepotismo y la corrupción. ¿Hace falta más? Revocar los derechos del ciudadano no vale, teníais que amordazarlos, acogotarlos y colgarlos en la plaza pública para escarnio y aviso a navegantes.

Recuerdo al lector que lo que nos liga a este modelo de estado está definido en "el contrato social" de Hobbes. El hombre es un lobo para el hombre, y eso no ha cambiado, pero es la renuncia del individuo a cierto grado de libertad para vivir en sociedad, la confianza necesaria en las instituciones, lo que dota y vertebra a la sociedad, porque presuntamente se renuncia a la libertad individual para tener seguridad. Os habeis cagado en todo, no falta nada donde no hayais untado de mierda, y vomitado mentiras, donde no hayais corrompido y regado de putrefacción. Resumido para el resto: el contrato social está hecho para autoengañarnos. Franklin ya lo dijo: el que renuncia a la libertad a cambio de seguridad temporal no merece ni una ni lo otro.

Al desaparecer cualquier atisbo de conseguir nada porque hay un montón de "la cosa está fatal" combinado con mucho "es lo que hay", tras la caída de la social democracia como contrapunto al bloque de la URSS, tras eliminar la necesidad del trabajador y decir que sus derechos son cosa del pasado, ahora el ser humano queda reducido a ser un generador de deuda a futuro. Ya vemos a nuestros mayores con envidia, porque ¡se pudieron jubilar! Ahora, a lo mejor que puede aspirar una persona sin apellidos ilustres, o sin las debidas conexiones, es a un curro de mierda de camarero o de reponedor, todo estacional y mal pagado, y a currar hasta que te mueras, literalmente, sin cobertura médica porque "no hay dinero para esas cosas". Total, qué más da tener un master o media docena de doctorados, si los regalan. Que tengas 4 idiomas y te hayas partido el lomo es irrelevante. Las cosas están en un punto en que para medrar tienes que vender o ser producto, ser proxeneta o ser prostituído. Los que eligen lo primero tienen la meritocracia exigible y viven en sus áticos del barrio de Salamanca, que solo abandonan para irse a la casita en la Moraleja. Los que se prostituyen con suerte se amorran a uno de los otros, si no quedan a la suerte del negro del WhatsApp en sentido literal y figurado. Los primeros matarían a su madre y violarían un bebé en el telediario de las 9; los segundos están condenados a sueldos de miseria y ver como reciben migajas mientras entre cuatro se reparten el pastel.

Cuando me pregunto qué hace falta para redimir a este montón de basura humana que legisla y se aprovecha del sistema perjudicando a los demás, solo pienso en gasolina y fuego. Cuando me planteo si una vez reducido todo a cenizas podemos sembrar algo, o debo echar sal al terreno para que nada florezca en este erial de valores y moral, me temo que opto por lo segundo.

Tengo tan poca fe en las instituciones y especialmente en los prebostes que prevarican en su beneficio que dudo que haya solución, como certeza tengo en que son el origen de los problemas. En este momento, entre Tela Jinco y La Secta tenemos los dos extremos del aborregamiento: por un lado la absoluta banalidad y la estulticia. Por el otro, el grupo mediático de Ansón jaleando a los falangitos en favor de los novios de la muerte, que disponen del conglomerado de TVE para su propaganda. Y no entramos en las verdades a medida del resto de conglomerados periodísticos, que dejan desgarrada y vejada a la verdad en un rincón oscuro, entre lágrimas de dolor. Nadie podrá acusarme de desearles una vida larga a esta gentuza, sinceramente, solo les deseo que la vida les devuelva todo lo que han aportado a esta sociedad. Que por cierto, les vota, les jalea, y los arropa.

Por tanto, no me voy a preocupar por los políticos presos, que abusaron del sistema, sino por la gente que va a la cárcel por escribirle ripios al Borbón, por los que le joden la cuenta de beneficios a OHL y La Caixa levantando las barreras de los peajes, por los que escriben en Twitter chistes de Carrero Blanco y van a juicio, por todos los que no van a agachar la cabeza, porque ellos creen en lo que hacen. Prometo esforzarme en amargarle la existencia a los que se aprovechan de la maquinaria del estado para hacer de este mundo un infierno a su medida. Me voy a preocupar por no dejar títere con cabeza, y después pensaré si hay alguien que haya participado en esta fiesta que merezca que sea salvado de la hoguera.

Cordialmente, y napalm afectísimo.

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