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Lawrence de Arabia, o la No-Tan-Exitosa-Revuelta Árabe (III). Se reparten las Cartas

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Los Hashemitas, tras las derrotas turcas en 1915, buscaron otro cambio de alianza.

El 12 de Julio, un enviado personal de Abdullah viajó al Sudán para entrevistarse con los británicos, al tiempo que el propio Abdullah hizo llegar una carta de su padre (enviada el 14 de Julio) a Ronald Storrs (Secretario para Oriente de la Agencia Británica) para que se la transmitiera a Sir Henry McMahon (Alto Comisionado en Egipto, enchufado por Lord Kitchener en ese puesto) que la recibió el 18 de Agosto.

Es la primera carta de la Correspondencia McMahon-Husayn; uno de los intercambios epistolares que han sufrido mayor manipulación (en cuanto a su significado real) en la Historia Contemporánea.

En esta carta, de 14 de Julio, se aprecia un cambio radical en la actitud de Husayn, y (es de suponer) de sus hijos y consejeros.1

Husayn ya no habla como Sherif de La Meca (cargo más espiritual que otra cosa) ni como gobernador del Hejaz; no habla tampoco en nombre de los súbditos del Hejaz -como en Febrero de 1914- sino, nada más y nada menos, en nombre de "la totalidad del Mundo Árabe, sin ninguna excepción".2

Como representante -según él- del Mundo Árabe, ofrece (con dos manípulos) una alianza al Imperio Británico y sus aliados, exigiendo el reconocimiento de una Gran Nación Árabe que se extendería en los limites que las Sociedades Árabes le habían transmitido (y que ya hemos citado).3

A cambio el futuro Estado Árabe del Sherif (que pagarán los británicos con tropas y dinero, según el Sherif) reconocerá la preferencia comercial de las empresas británicas... siempre que, al menos, igualen las condiciones de otras empresas. O sea, sólo dará preferencia a los británicos si no hay otra oferta mejor. ¡QUÉ CUAJO, SEÑORES!.

Como autoproclamado interlocutor, se entiende que el Sherif sería el Gobernante de este Imperio Árabe, de tamaño muchas veces más grande que la Gran Bretaña. Lo que es más, Husayn se permite dar un plazo -un mes- para que los británicos respondan; si no, el Sherif y su familia se considerarán con plena libertad de acción y decisión, y desligados de cualesquiera ofertas hayan hecho anteriormente al Imperio Británico.4

La carta llegó a El Cairo el 18 de Agosto; y, claro, despertó Zero entusiasmo. En Junio de 1915, una Comisión inter-departamental británica, dirigida por Sir Maurice de Bunsen, había emitido sus recomendaciones; y, desde luego, el Comité no quiso ni considerar la posibilidad de crear un casi indefenso Imperio Árabe al que hubiese que mandar subsidios y tropas continuamente.5 Y eso que no tenían ni idea de la debilidad militar y política Hashemita.

Como decíamos, la carta de Husayn fuera recibida con incredulidad y disgusto en los círculos británicos de El Cairo. Incluso los que llegarían a ser mejores valedores del Sherif se llevaron las manos a la cabeza. 6.

Storrs -y otros expertos,7 que confiaban en la teoría de “los árabes regatean, pero luego se desinflan”- recomendaron continuar las negociaciones sin hacer ninguna concesión territorial hasta ganar la guerra contra los turcos ("hasta expulsar a alemanes y turcos de Oriente Medio"), y prometer suministros: alimentos (el Hejaz estaba muy necesitado en este momento de la guerra), uniformes, incluso dinero, pero no tropas.8

Así, tras ser informado el Foreign Office en Londres, McMahon fue autorizado a responder a Husayn la que vino a ser la segunda carta de la Correspondencia Husayn-McMahon (primera de McMahon al sherif).9 Los puntos a destacar de esta carta son:

- El Gobierno Británico se reafirma en la instauración del Califato en manos del mundo árabe (aunque, como hemos visto, el Califato, a ojos británicos significaba poder espiritual, no temporal); aunque no le aseguran que vaya a parar a él o su familia.

- Respecto a territorios y fronteras, los británicos rechazan discutir sobre ello mientras los turcos continúen ocupando grandes partes de la zona en disputa; y más cuando "con sorpresa y pena" han observado que muchos árabes continúan apoyando a alemanes y turcos.

- Sin embargo se comprometen a enviar otro tipo de suministros a los árabes en cuanto éstos comuniquen dónde enviarlos, así como a hacer lo posible para que los portavoces del sherif puedan desplazarse a discutir otros puntos de interés.

La regañina -aunque justificada: muchos árabes colaboraban con los Imperios Centrales, pese a que el sherif anunciaba hablar en nombre de "todos los árabes sin excepción"- puso furioso a Husayn. Y la negativa a concederle promesas concretas sobre la creación de un Imperio Árabe, sus fronteras o su extensión terminó de disgustarle. Para Husayn la dignidad de Califato era de muy poca importancia si no gozaba de poder temporal.

(Seguirá)

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