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L’Affaire Dreyfus (y XII): Qué pasó con todo el mundo

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El indulto, que como hemos dicho perdonaba a Dreyfus sin establecer su inocencia, y la Ley de Amnistía, que impedía que otras personas fueran juzgadas por este caso, fueron mal vistos en los sectores duros de los dos campos.

- Los antidreyfusistas insistieron con rabia en que, habiendo sido considerado un traidor, y condenado por ello, el perdón presidencial sólo podía ser considerado una añagaza para contentar a los judíos.1 [IMAGEN: Ver nota 2]

- Pero muchos de los partidarios de Dreyfus consideraron que la solución no había sido equitativa: se habían descubierto falsificaciones, perjurios, corrupción, antisemitismo, se había protegido a delincuentes; y, cuando la victoria parecía al alcance, la familia Dreyfus se echaba atrás y aceptaba una “Ley de Punto Final”.

Pero, visto en retrospectiva, posiblemente lo que decidió el Gobierno fue lo más eficaz, aunque fuese injusto. En los años siguientes el país fue olvidando el caso Dreyfus; se hizo una limpieza del Ejército a la chita callando, promoviendo jóvenes oficiales con un concepto moderno de la guerra; se fue atenuando (pero no apagando) la fractura entre derechas e izquierdas, y el país volvió a creer en los principios republicanos.

Y ¿qué pasó con los protagonistas de esta historia?

Alfred Dreyfus se retiró a la vida privada, en compañía de su mujer e hijos; como hemos dicho, esto enfrió mucho sus relaciones con muchos antiguos partidarios. En 1901 publicó sus memorias (“Cinq années de ma vie”) a partir de su diario.

En 1902, las elecciones legislativas dan el triunfo a las izquierdas; y el político socialista Jean Jaurès relanza el “Affaire” con un gran discurso (7 de Abril) en el que enumera las numerosas falsificaciones y mentiras que rodearon este caso judicial, presentando además nuevas pruebas: sobre todo lee la carta de dimisión del general De Pellieux2 y cuenta la historia del “Bordereau anotado por el Kaiser” y lo descubre como otro fraude.3

A instancias del nuevo Ministro de Guerra (Louis André) se inició una nueva investigación, que llevó a cabo el capitán Targe, quien descubrió numerosos errores y falsificaciones en el “Affaire Dreyfus”. El Gobierno intentó evitar por todos los medios repetir el juicio mediático, y el resultado se sometió a las dos Cámaras del Tribunal de Casación, que el 12 de Julio de 1906 anuló definitivamente los juicios a Dreyfus. El Tribunal declaró incluso que nunca debiera haber habido Consejo de Guerra, ante la ausencia absoluta de pruebas.

Dreyfus fue reincorporado al Ejército con el grado de Comandante y condecorado como Caballero de la Legión de Honor. Pero decepcionado por no ver reconocida la injusticia4 pidió su retiro en 1907. Nunca pidió indemnización al Estado ni a quienes le persiguieron.

En 1908, durante el funeral de Zola, sufrió un atentado,5 pero sobrevivió.

Es movilizado como comandante de artillería durante la Gran Guerra; al terminar es ascendido a Teniente Coronel y, en 1919, promovido a Oficial de la Legión de Honor. Se retira nuevamente a la vida privada, y muere en 1935 en Paris, en cuyo cementerio de Montparnasse está enterrado. Su mujer Lucie murió en 1945, y su hermano Mathieu lo había hecho en 1930.

La mayoría de defensores de Dreyfus murieron antes que él.

- Émile Zola falleció, víctima de una intoxicación por el humo de su chimenea, en 1902.6
- Los dos abogados de Dreyfus fallecieron también antes: Fernand Labori en 1917, y Edgard Demange en 1925.
- Entre los periodistas y escritores, Joseph Reinach murió en 1921, Anatole France en 1924, Bernard Lazare en 1903 (con sólo 38 años, de cáncer).
- De los políticos: Jean Jaurès fue asesinado por un ultranacionalista en 1914, tres días después del estallido de la Primera Guerra Mundial; Georges Clemenceau falleció en 1929; y Scheurer - Kestner, el león de Alsacia, había muerto ya en 1899.
- El máximo defensor y persona clave para desentrañar la conspiración, Picquart, fue rehabilitado al mismo tiempo que Dreyfus, pero en su caso sí se contó el tiempo de condena para su ascenso a General; fue nombrado ministro de Justicia con Clemenceau (1906-1909). Murió en 1914, antes del estallido de la Gran Guerra, tras una caída de caballo.

En cuanto a los culpables de la conspiración contra Dreyfus y los políticos y periodistas enemigos, la Ley de Amnistía votada en 1899 hizo que ninguno de ellos (excepto Henry y Sandherr, que habían fallecido) fuese castigado.

- Esterhazy, el verdadero culpable, se refugió en Inglaterra, donde tomó la falsa identidad de conde Jean de Voilemont; siempre en apuros económicos, sirvió como corresponsal para el periódico antisemita "La Libre Parole". Murió en 1923 en Harpenden, donde está enterrado.
- Du Paty de Claim, el investigador del primer Consejo de Guerra, y muñidor (con Henry) de los falsos telegramas contra Picquart, cayó en desgracia tras el suicidio de su compinche, y fue discretamente apartado del Ejército, como Teniente Coronel, en 1901; en 1913 obtuvo su reingreso con la misma graduación; sirvió en la Primera Guerra Mundial a las órdenes de un hijo suyo, y murió en 1916 en el frente.
- El resto de mandos militares, aunque los que se habían metido a política perdieran influencia en las elecciones de 1902, se beneficiaron de la Amnistía y no sufrieron daños en su carrera militar ni se les inhabilitó para ser cargos electos: Mercier, retirado del Ejército en 1988, fue elegido senador y murió en 1921 (a los 87 años), siempre defendiendo la culpabilidad de Dreyfus; Boisdeffre dimitió a raíz del escándalo Henry, pero conservó un papel oficioso como enlace con el Ejército ruso, y murió en 1919 (80); Gonse también se retiró sin ser molestado en 1903, y murió en 1917 (79); De Pellieux se metió en círculos conspiratorios nacionalistas,7 y fue trasladado a plazas alejadas de París, como Bretaña, donde murió en 1900 de muerte natural (57); Besson d'Ormescheville (instructor del primer Consejo de Guerra) murió en 1911 (75). El capitán Charles Lebrun-Renaud, cuya declaración concerniente a la "confesión" de Dreyfus había sido reconocida como falsa en Rennes, fue también perdonado por la Amnistía. Se casó con una viuda rica y se retiró a la vida civil. Murió en 1921 (68)

- De los políticos y civiles, Cavaignac murió en 1905 (52);8 los "expertos en caligrafía" continuaron sus carreras, destacando por inmerecida la fama que adquirió Bertillon,9 que insistió tercamente en la culpabilidad de Dreyfus hasta el día de su muerte, en 1914 (60), y ello pese a que el Gobierno le prometió una promoción en la Legión de Honor a cambio de su retractación. Los periodistas antidreyfussards tampoco fueron perseguidos ni sufrieron menoscabo por su antisemitismo: entre ellos, por ejemplo, Henri Rochefort - que murió en 1913 (82) de insuficiencia renal -, Édouard Drumont - fallecido en 1917 (72) de causas naturales - y en general todos los periodistas, incluidos algunos implicados en tratos con golpistas, pudieron continuar su actividad en prensa y edición hasta casi el final de sus días.

Maximilian von Schwartzkoppen fue retirado de su puesto de agregado militar en París y volvió a Alemania, donde fue destinado al mando de un Regimiento de Granaderos. Durante la Primera Guerra Mundial combatió en el Frente Ruso como general; contrajo una neumonía, y falleció en 1917 en Berlín, con 67 años.10 No volvió a reanudar su relación con Alessandro Panizzardi, que por su parte siguió una brillante carrera (si es que puede llamarse brillante una carrera en el Ejército Italiano) hasta acabar de Teniente General; falleció en 1928 (75).

Aunque en Francia dejó de hablarse del l'Affaire, no por ello se dejó de escribir. Durante años los sectores ultranacionalistas continuaron presentando el caso como una prueba de la malicia y poder de los círculos judíos internacionalistas; durante la época de la Ocupación (1940-1944) sus actividades conocieron un claro empujón, aunque por razones obvias no se hiciesen claras referencias al asunto del espionaje alemán. Tras la guerra, borrados los sectores colaboracionistas, el asunto pareció definitivamente cerrado. Actualmente, en Francia, fuera de algunos círculos ultraderechistas y antisemitas, nadie duda seriamente de la inocencia de Dreyfus y la culpabilidad del Estado Mayor francés y su Servicio de Espionaje en preparar pruebas contra él.

Las protestas internacionales se aplacaron con el indulto a Dreyfus. La Exposición de París se celebró como estaba previsto, y sin incidentes, más allá de actos de reivindicación organizados por manifestantes de uno y otro signo.

Sin embargo, un último hecho, derivado de "l'Affaire", tuvo una repercusión que perdura en el tiempo hasta hoy. Theodor Herzl, un periodista judío, nacido en Budapest, corresponsal del diario vienés "Die Neue Freie Presse", fue testigo de los alborotos y los motines antijudíos (en un país que había dado al mundo los "Derechos del Hombre" y donde, supuestamente, los judíos estaban perfectamente integrados) y se convenció de que el antisemitismo y las matanzas y "progroms" continuarían impunemente hasta que los judíos dispusiesen de un refugio, una patria, que pudiesen alcanzar, para verse libres de persecución.

La idea de crear un "Hogar Judío" (que no tenía que ser necesariamente un país independiente, al menos en principio) la expuso Herzl en su obra "El Estado Judío" (1896) y en el I Congreso Sionista Mundial (Bale, 1897). Como su creación no se contemplaba deseable ni posible por la fuerza, sino por la negociación, compra y cesión de tierras, Herzl y los líderes sionistas barajaron varias posibilidades: Brasil, Argentina, Uganda... pero los líderes sionistas rechazaron toda idea que no fuera el retorno a la Palestina histórica. Y sólo cincuenta años después del I Congreso Sionista, el Estado de Israel fue fundado. Pero eso es otra historia y merece ser contada en otro lugar.

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