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L’Affaire Dreyfus (XI): Revisión e indulto

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El suicidio de Henry, y la dimisión de quienes habían confiado en él, como Cavaignac y Boisdeffre, cayó como un mazazo entre los antidreyfusistas. Pero no por eso cesaron sus campañas antisemitas. Medios como “La Libre Parole”, “L’Intransigéant”, "L'Anti-Juif", “Le Petit Journal”, entre otros, dibujaron al suicida como un militar intachable que, en un momento de debilidad, modificó un documento para asegurar la condena de un traidor infame, sin publicar pruebas que comprometiesen la seguridad de Francia.1 Y achacaban a la “persecución del Sindicato Judío” el suicidio.

Por supuesto, los partidarios de Dreyfus saludaron los nuevos hechos como pruebas de que había una conspiración contra el condenado, y exigieron la anulación del juicio. Ante la insistencia del Ministerio de la Guerra en que había que confiar en las Autoridades, y que Dreyfus, pese a todo, era culpable, “L’Aurore” respondía: “¡Basta! ¡Basta de investigaciones personales y misteriosas; basta de ilegalidades, de falsificaciones y de errores! ¡Basta de Cavaignac!2

También el caso resonaba entre la prensa y la opinión pública internacional. Generalmente, tomaron partido por la revisión del proceso la mayoría de los medios extranjeros; los más bulliciosos, los neoyorquinos, londinenses y sobre todo alemanes (encantados de mostrar la corrupción del Ejército francés, sobre todo contra los alsacianos).3The Observer”, de Londres, publica una entrevista con Esterhazy (huido a Londres: [en la imagen, caricatura de un medio belga: Esterhazy huyendo de Francia como "El Judío Errante", con una daga sobre él que dice "Revisión"]) en septiembre de 1898, donde el comandante se reconoció autor del “Bordereau”… aunque al día siguiente se retractó. También políticos extranjeros, incluso la Reina Victoria, mostraban preocupación por lo que parecía una injusticia.4.

Muerto Henry, dimitido Cavaignac; comprometido Du Paty de Claim y el Estado Mayor del Ejército por Esterhazy, que no deja de largar desde Londres, el Ejército y el Gobierno sufren una crisis de credibilidad considerable.5 Henri Brisson (el Presidente del Consejo) aconseja a Mathieu Dreyfus que interponga una demanda de revisión del Proceso. Hecho ésto, y dado que la Sala de lo Criminal de la Corte de Casación era objeto de una campaña de prensa por parte de los sectores más nacionalistas desde el Escándalo de Panamá (ver nota 1 del cap. I), y era reacia a aceptar el caso, se ordenó, tras una votación del Consejo de Ministros (26 de Septiembre), que fuera asumido. El 29 de Octubre, la Sala de la Criminal, tras una instrucción preliminar, reconoce que existen indicios razonables para la Casación y acepta el caso.

Presidía el magistrado Louis Loew (que, por supuesto, recibió las invectivas de los antisemitas: "el judío Loew", le llamaban, pese a que no lo era) y, tras muchas vicisitudes,6 el 9 de Febrero la Sala de lo Criminal presenta sus conclusiones, entre las que destacan dos fundamentales: el "Bordereau" tiene toda la pinta de haber sido escrito por Esterhazy, y el "Dossier secreto" estaba vacío de pruebas. La acusación se hundía, y la anulación del juicio de 1894 era ya inevitable: el 3 de Junio de 1899, el Tribunal de Casación ordena la anulación del Consejo de Guerra y la celebración de un nuevo juicio, que sería en Rennes.7

Dreyfus, en su islote, no había sido informado de toda esta lucha. Podemos imaginar la sorpresa que tuvo cuando, el 5 de Junio, se le comunica oficialmente el resultado de la Casación y que debe volver a Francia para un nuevo Juicio. El 9 de Junio (el mismo día que Picquart abandona definitivamente la cárcel) Dreyfus deja también la Isla del Diablo, para desembarcar en la península de Quiberon el 30 de Junio (al mismo tiempo que Zola vuelve también de su exilio); queda encerrado en la prisión militar de Rennes, a la espera del Juicio, que comenzará el 7 de Agosto.

Y empezó, en un entorno sumamente enrarecido. El nuevo Consejo de Guerra fue presidido por el Coronel Albert Jouaust, ingeniero militar, a quien acompañaban otros seis jueces, artilleros. Dreyfus fue defendido por los abogados Edgar Demange y Fernand Labori (si bien este último fue objeto de un atentado el 14 de Agosto, y no pudo volver a la Sala hasta el 22 de Agosto).8

Dreyfus testifica el 7 de Agosto. Presenta un claro deterioro físico. Ha perdido varios dientes, lo que provoca que su voz, ya monótona de por sí, sea acompañada de un molesto silbido. Sin embargo, su estado mental es bueno, y demuestra un sorprendente dominio del caso, para alguien que sólo ha tenido unas semanas para estudiarlo. Sí presenta algunas lagunas en sus recuerdos (no en vano han pasado casi cinco años, y los ha sufrido encerrado en un agujero) lo que causa mala impresión en el Tribunal.

Del 8 al 11 de Agosto se examinan las pruebas del famoso “Expediente Secreto”; otra vez a puerta cerrada, pero ahora ya con la presencia del acusado y sus abogados.

A partir del día 12 comienzan las declaraciones de los testigos, empezando por los de la acusación; desde un expresidente de la República (Casimir- Périer, que sin embargo niega haber sabido nada sobre la culpabilidad de Dreyfus),9 al Estado Mayor en pleno (Boisdeffre, Gonse), varios Ministros de Guerra: Mercier, Zurlinden, Billot, Cavaignac… Todos ellos insisten en “la cosa juzgada”: Dreyfus es culpable y no se puede cuestionar. Incluso aunque Henry y Esterhazy sean culpables, Dreyfus no es inocente. Incluso Cavaignac, que descubrió la falsificación de Henry, se muestra convencido de su culpabilidad, y defiende que todos han sido víctimas de un artero traidor: Dreyfus.

Pese a las esperanzas de los dreyfussards el Tribunal no considera válidas las confesiones de Henry (por no poder ratificarla) y de Esterhazy (que había reconocido la autoría del "Bordereau", pero desde Londres culpaba a sus superiores de haberle incitado a escribirlo), y también permite que Du Paty no declare en persona, excusándose en una dolencia hepática.

Aún hubo más; el Tribunal no tuvo en cuenta las recomendaciones y decisiones de la Casación: se dejó testificar a todo el Estado Mayor expresando la seguridad moral en la culpabilidad de Dreyfus (sin aportar ninguna prueba más) e incluso se volvió a discutir sobre la autoría del “Bordereau” por parte de Dreyfus, cuando estaba más que demostrado que la letra era de Esterhazy.

Para desesperación de los partidarios de Dreyfus (y hasta del Gobierno, que quería cerrar el caso con una absolución, aunque fuera por "ausencia de pruebas", para acabar con el tema) el Tribunal cierra filas corporativas con el Ejército, y da credibilidad a la "razón de Estado" que argumentan los militares.10

Se llama a declarar a la viuda de Henry, y se permite que, en lugar de testificar sólo lo que sabe (la noche en que su marido fabricó el "Faux Henry") haga su hagiografía, presentandole como mártir y víctima de las maquinaciones de Picquart y Dreyfus.

Vuelven a declarar los grafólogos, entre ellos Bertillon y su discípulo, el capitán Valerio, que añaden otra estrambótica teoría: la letra del "Bordereau" es de Dreyfus; pero, si Esterhazy (que ha reconocido la autoría) fuese quien lo ha escrito, lo sería a instancias del "Sindicato Judío" y Dreyfus. El Acta Oficial del juicio dice que esta declaración provocó en el público una "hilaridad prolongada".

También destaca el Coronel Maurel, Presidente del Tribunal que condenó a Dreyfus en 1898. Sorprendentemente, confiesa haber “echado sólo un vistazo” a uno de sus documentos y, "anonadado por su contenido" (se entiende por abordar la homosexualidad de los interesados) le pasó los documentos al resto del Tribunal, sin leerlos en voz alta, como hubiera debido hacer.

Hay testigos de la defensa, claro: Picquart, el juez Paul Bertulus, el comisario Cochefert (que, con Du Paty, arrestó a Dreyfus, pero ahora cree en su inocencia)... Pero sus testimonios caen en oídos sordos, y los abogados de Dreyfus lo notan. El Tribunal ha llegado a rechazar la suspensión del juicio tras el atentado contra Labori, lo que priva al acusado durante una semana del más agresivo de sus defensores.11

Ante la hostilidad del Tribunal, M. Labori (otra vez en pie) se plantea solicitar el testimonio oficial por escrito de Alemania. En realidad, ya había habido desmentidos por parte de la embajada alemana (obviamente desestimados como "excusas del culpable" por los antidreyfusistas) pero, en este caso, se trataba de pedir explicaciones oficiales a Alemania.

En el Gobierno de Francia, presidido ahora por René Waldeck-Rousseau, se agitó el recuerdo del "Telegrama de Ems".12 Por un lado deseaban cerrar definitivamente un asunto que amenazaba con dividir a Francia en dos campos irreconciliables. Pero no podía declararlo abiertamente. Intentaron, sin éxito, que el gobierno alemán hiciese una declaración oficial (los prusianos se negaron a más de lo que habían hecho; esto es, decir que sus diplomáticos no conocían a Dreyfus); además, hicieron llegar a su comisario-delegado en el Juicio de Rennes, Louis Carrière (que tenía que hablar antes de los abogados, el 7 de Septiembre) una sugerencia en el sentido de que "se atuviese al espíritu del Tribunal de Casación". Más claro, agua, pero el Comisario lo entendió, o fingió entenderlo, al revés, y se marcó una requisitoria antidreyfusista.13

La situación era complicada para el Gobierno, que se enfrenta a continuos motines y alborotos en las calles de toda Francia, e incluso al suceso de "Fort Chabrol": un periodista antisemita y de extrema derecha, Jules-Napoleon Guérin,14, sospechoso de intentar dar un Golpe de Estado, se resiste a ser detenido y se atrinchera con una docena de partidarios en la Rue de Chabrol, 51. Ayudado por partidarios de fuera, y por la incompetencia de la policía, resisten del 12 de Agosto al 20 de Septiembre, fecha en la que se rinden.

El Gobierno llegó, incluso, a sugerir a la familia Dreyfus que podría haber una sentencia absolutoria siempre que se llegase a una especie de apaciguamiento final con el Ejército. Para ello era necesario que Labori no interviniera (demasiado agresivo) y la requisitoria final la hiciese Demange. Mathieu Dreyfus aceptó, y a él le tocó decírselo a Labori, que se lo tomó mal. Una de las primeras de las muchas escisiones que minarían a partir de ahora el campo dreyfusista.

Así, las conclusiones las presenta el 8 y 9 de Septiembre Demange… Habla durante 5 horas, conciliador, niega cualquier intención de atacar o dejar en mal lugar al Ejército. Se sobreentiende que, absuelto Dreyfus, no buscará revancha. Pero, si hubo ese pacto, no se cumplió. El Tribunal se reúne a deliberar el mismo día 9; tarda menos de dos horas en dar su veredicto. Se necesita una mayoría cualificada para condenar (al menos 5 jueces que voten contra el acusado)... y es lo que ocurre.

Dreyfus es vuelto a condenar por Alta Traición, por 5 votos contra 2:15 deberá ser vuelto a degradar y cumplirá diez años de reclusión; ya no volverá a la isla del Diablo, sino que cumplirá su condena en la Ciudadela de Corte (Córcega).

La prensa internacional, los gobiernos de Europa, estallan de ira, ponen a Francia de vuelta y media y amenazan con un boycott a la exposición de París de 1900. Pero el gobierno de Waldeck-Rousseau ya había preparado un plan B: ofrecer la gracia presidencial a Dreyfus y, al mismo tiempo, promulgar una Ley que declara una amnistía "para todos los hechos delictivos o criminales relacionados con el caso Dreyfus". Es el perdón para Dreyfus, Zola y Picquart, pero también para Du Paty, Mercier, Boisdeffre y los demás.

Los principales partidarios de Dreyfus le insisten en que no acepte la Gracia Presidencial (que significa reconocerse culpable); que la victoria está cerca... Pero Dreyfus y los suyos han sufrido demasiado, unos meses más pueden ser la muerte para el condenado, ya no pueden más. Tras meditarlo, acepta, y el presidente firma el decreto de Gracia el 19 de Septiembre. El 21, es un hombre libre, aunque no rehabilitado.16

En el próximo, y último, episodio, veremos el final de este caso, y qué pasó con sus protagonistas.

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