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L’Affaire Dreyfus (IX): J’Accuse!!!

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Como decíamos en el episodio anterior, la instrucción del general De Pellieux sobre la culpabilidad de Esterhazy había dado un veredicto de “no ha lugar a Consejo de Guerra” bastante previsible, puesto que el Ministerio de Guerra estaba empeñado en sepultar cualquier cosa que pudiese llevar a reabrir el “Caso Dreyfus”.1 Seguramente habían creído honestamente en la culpabilidad del capitán, pero ahora ya eso no importaba: debía evitarse cualquier mancha sobre la honorabilidad del Ejército, a cualquier precio.

Pero esto no era suficiente para “blanquear” a Esterhazy, que se había visto obligado a reconocer la autoría de las cartas antifrancesas publicadas por la prensa a las que hacíamos referencia en el capítulo anterior. Incitado por el Ministerio de la Guerra, el comandante exigió la celebración de un Consejo de Guerra para “limpiar su nombre”.

El simulacro de juicio (que no fue otra cosa) se celebró el 10 de Enero de 1998. Se decretó el “huit clos” (a puerta cerrada) parcial.2 Fue más bien una exaltación de militarismo y nacionalismo que otra cosa. No se permitió la presencia de Acusación Civil, que había solicitado la familia Dreyfus. Para contrarrestar a Picquart se trajeron testigos de descargo que, aleccionados por sus mandos, hablaron sobre el patriotismo de Esterhazy, su camaradería y arrojo, sin aportar nada al tema Espionaje. Como no podía ser de otra manera, el acusado fue absuelto en triunfo, entre ovaciones de los asistentes.

Por supuesto, esto no convenció a los partidarios de Dreyfus, que cada vez eran más; pero, por el momento, el Ministerio de la Guerra creyó haber acallado a la oposición.3

Pero la respuesta no se hizo esperar; cerradas las vías judiciales, Émile Zola, por entonces la pluma más célebre de Francia, decide acelerar un artículo en el que trabaja desde hacía unos días: es una carta abierta a Félix Faure, presidente de la República, y que se ha convertido en un alegato contra la injusticia: el Manifiesto "J'Accuse!" [imagen]. Zola, al que la dirección de "Le Figaro" había comunicado que no podía colaborar más con ellos, lo publica en "L'Aurore".4

Zola y sus colaboradores del periódico eran conscientes (y de hecho lo buscaban, como añadían al final del artículo) de que, al publicar el manifiesto, se exponían a una demanda por calumnias. Su intención era poner de manifiesto ante la opinión pública las falsedades y trampas de todos los responsables,5 (Du Paty, Boisdeffre, Mercier, Billot, De Pellieux, etc) para que en un proceso ante jueces civiles, no sometidos a la censura militar, pudiese salir la verdad a la luz.

En un primer momento Zola se salió con la suya, pues el general Billot, Ministro de Guerra, presentó el 18 de Enero una denuncia contra Zola y Alexandre Perrenx (director del periódico). Pero la acogida del Manifiesto en los medios intelectuales, literarios, y en la mayoría de la opinión pública fue muy hostil: la gente vio el artículo como una agresión al Ejército y a Francia, en un momento en que primaba el exacerbado nacionalismo y el revanchismo antigermano. Zola fue insultado por las calles y en los medios de comunicación (se le tachó de italiano, traidor y, cómo no, judío) y se formaron algaradas y roturas de cristales ante la redacción de "L'Aurore" y otros edificios relacionados, de cerca o lejos, con el judaísmo o el liberalismo.

El Proceso a Zola se celebró del 7 al 23 de Febrero, y acabó con la máxima pena posible: un año de prisión y 3000 francos de multa (7500 con las costas del juicio). Sin embargo, la prensa pudo publicar informaciones que, desconocidas hasta entonces, probaban las irregularidades cometidas e hicieron que mucha gente se plantease si la condena a Dreyfus no era injusta. Incluso en el Proceso Zola los jueces mostraron actuar de manera dirigida,6 y la condena a un ilustre de las letras francesas por un delito de opinión removió las conciencias de quienes creían en la herencia de la Declaración de los Derechos del Hombre.7

Los abogados de Zola interponen un Recurso de Casación, que es aceptado el 2 de Abril de 1898; sin embargo, el nuevo proceso, celebrado en Julio de 1898, confirma la condena; y otros juicios, como los que siguen a las demandas de los "expertos" en grafología, aumentan la pena en un mes de prisión y 30000 francos más de indemnización.

Zola, a insistencia de los amigos, que temen que la cárcel acabe con su ya menguada salud, ha huido (el 18 de Julio, justo antes de que se dicte la condena del Recurso de Casación) a Bruxelas, luego a Londres. Permanecerá allí un año.

Pero ha conseguido su objetivo: en adelante, "L'Affaire Dreyfus", es ya "L'Affaire" para toda Francia; el país se divide entre derechas e izquierdas, conservadores y liberales, defensores de la tradición contra defensores de las libertades.

Se ha logrado abrir el camino para la revisión del proceso, que veremos en el próximo capítulo.

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