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El Golpe de Estado de Casado (IV): La caída de la República

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Como hemos comentado en entradas anteriores, en Febrero de 1939 Segismundo Casado llevaba ya, al menos, varios meses en conversaciones con la “Quinta Columna” de Madrid, lo que invalidaría por sí solo (si no lo hiciesen otras pruebas) su alegato posterior de que se sublevó debido a los nombramientos de Negrín y la supuesta “bolchevización” de los cuadros de mando del Ejército.

El Gobierno Negrín no era completamente desconocedor del peligro que suponían ciertos mandos militares, y de ahí que el presidente decidiera cambios en la Cúpula de las Fuerzas Armadas; pero el objetivo de las modificaciones no fue conceder más poder a los comunistas, sino colocar en los puestos claves para la evacuación a mandos de probada fidelidad. De hecho, los sucesos posteriores demostraron, no sólo la necesidad de tales cambios, sino que Negrín se quedó corto en ellos.

El 2 de Marzo Negrín llamó a Segismundo Casado y Manuel Matallana (ambos, conspiradores comprometidos) a la “Posición Yuste” (en Petrel, Alicante), donde se les informó de su decisión de reorganizar los Estados Mayor Central y del Ejército de Tierra.1 De allí, ambos mandos militares se dirigieron a Valencia, donde se entrevistaron con los generales José Miaja y Leopoldo Menéndez (Jefe del Ejército de Levante) y, según Casado, volvieron a Madrid “con el acuerdo tomado en firme de no demorar el acto de fuerza contra el Gobierno Negrín”.2

El Golpe se fijó inicialmente para el 4 de Marzo. Uno de los puntos clave era presentar un ultimátum a Negrín, intimándole a renunciar o a negociar inmediatamente ante la amenaza de sacar la flota a alta mar y cortarle toda posibilidad de evacuación. Por dificultades técnicas de la Flota, el golpe se retrasó al día 6.

Casado intentó convencer para su causa al general Ignacio Hidalgo de Cisneros, Jefe de la Aviación Republicana (pese a que se había afiliado al PCE) diciéndole que podía conseguir mejores condiciones de Franco, incluso el respeto de las graduaciones militares. Hidalgo de Cisneros, que no creía en la clemencia de Franco, informó a Negrín. El Presidente del Gobierno ordenó a Casado que se presentara ante él, incluso le envió dos aviones; pero el coronel se negó a presentarse,3 y pasó el día entrevistándose con los conspiradores más destacados: Cipriano Mera Sanz (anarquista, que comandaba el IV Cuerpo de Ejército, que sería clave como veremos); Besteiro, y otros líderes políticos y sindicales.

Pero el primer episodio - y el más confuso - de la sublevación tuvo lugar en uno de los centros neurálgicos más importantes en el plan de Negrín de “resistir para evacuar”: Cartagena. Negrín había dispuesto que el coronel Francisco Galán Rodríguez sustituyese al general Carlos Bernal García en la Comandancia de la Base Naval de Cartagena.4 Galán se dirigió a su nuevo destino, escoltado por la 206º Brigada, al mando del Coronel Artemio Precioso Ugarte.

Galán, acompañado de Bibiano Fernández Osorio y Tafall, Comisario General de los Ejércitos, llegó a Cartagena sobre las 22;30, y fue recibido por varios mandos militares que, sin saberlo Galán, estaban comprometidos con la conspiración.5 Se produjo una tensa discusión, pero los conjurados no se decidieron a actuar, limitándose a protestar por la presencia en Cartagena de tropas pro-comunistas.6

Por la noche, sin embargo, estallaron no una, sino dos sublevaciones: algunos militares profesionales anticomunistas (e incluidos en la conspiración de Casado) sublevaron varios regimientos de Marinería e Infantería de Marina, y dos de las tres baterías de la costa; por otro lado, los militares franquistas presos fueron liberados y, con los quintacolumnistas, al mando del Teniente de Navío Fernando Oliva Llamusí y el General retirado Rafael Barrionuevo Núñez, se unieron al golpe, superaron a los casadistas y tomaron la iniciativa del motín, declarando su obediencia al bando franquista. Un grupo de ellos irrumpió en Capitanía y detuvo a Galán y quienes se encontraban con él.

Esto no entraba en los planes de los partidarios de Casado; Miguel Buiza, Almirante al mando de la flota, amenazó con bombardear Capitanía si no se soltaba inmediatamente a Galán y los otros rehenes, que fueron liberados. Pero la sublevación profranquista se apoderó de la ciudad, y las dos baterías amotinadas - al mando del Teniente Coronel Arturo Espá Ruiz - intimaron a la flota a hacerse a la mar bajo la amenaza de disparar contra ella.

Esta amenaza era impracticable, por el ángulo de los cañones, que impedía un tiro eficaz; pero, combinada con un bombardeo de la aviación franquista sobre las 11:00 a.m. sirvió como excusa para que la Armada Republicana operativa (3 cruceros, 8 destructores y muchas unidades menores) hiciese lo que quería hacer: levar anclas, salir del puerto y, con la intención de obligar a Negrín a resignar el mando a los militares profesionales, dejaron al Presidente sin su última posibilidad de evacuación e hicieron inútil la resistencia. Este hecho, con la huida posterior a Bizerta, fue catastrófico para los intereses de la República, al condenar los planes de evacuación preparados por Negrín; y, además fue el factor decisivo del triunfo de Casado en Madrid.

A mediodía del domingo, 5 de Marzo, con la flota fuera del puerto y Cartagena en manos de los franquistas, éstos mandaron un radiograma al Gobierno de Burgos informando de su triunfo y solicitando apoyo; el C.G. de Franco respondió sobre las 17:00 p.m. comunicando el envío de importantes refuerzos. Los franquistas desconocían que, por entonces, los republicanos iban reconquistando Cartagena.

Mientras tanto, en Madrid, esa misma tarde se reunieron los conjurados (civiles y militares) y se dio la orden de ocupar los centros estratégicos de la capital; tarea que llevaron a cabo, fundamentalmente, tropas anarquistas (70ª División) y socialistas (65ª y 2ª de Asalto), junto con otros apoyos. A medianoche comparecieron por radio Besteiro, Mera, Miguel San Andrés Castro (de Izquierda Republicana), y Casado, que anunciaron la destitución de Negrín y su Gobierno, y la constitución del Consejo Nacional de Defensa (CND), con José Miaja como Presidente.7

El día 6 de Marzo el CND recibía la adhesión de todos los partidos del Frente Popular, excepto del PCE, y Casado anunciaba a Negrín su destitución en nombre del CND. El general Antonio Cordón, por orden de Negrín, sondeó los mandos de los Ejércitos de la República para ver con quién contaba: resultó que solo podía contar con las unidades mandadas por los comunistas,8 pero la defección de la Flota fue la clave para que el Gobierno tirase la toalla: efectivamente, aunque se hubiese reconquistado Madrid y Cartagena (cosa que se hizo); aunque todas las unidades del Ejército hubiesen rechazado el golpe de Casado, sin la Flota el Plan de Evacuación que pensaba anunciar Negrín al día siguiente había fracasado rotundamente. Como además el presidente intentaba evitar por todos los medios el derramamiento inútil de sangre entre los republicanos, decidió, con sus Ministros, marchar al exilio en dos aviones que partieron del aeródromo de Monóvar el mismo día 6 de Marzo sobre las 14:30.

Por entonces, las unidades contrarias a Casado habían empezado a reaccionar. En Cartagena, la 206ª Brigada Mixta, apoyada por unidades de la 4ª División, había comenzado la reconquista de la plaza el mismo día 6 de madrugada; en pocas horas se apoderaron del centro de la ciudad, el Arsenal y las baterías costeras, y ya nada se oponía al retorno de la Flota al puerto; sin embargo, pese a haber recibido órdenes de Negrín en ese sentido, Buiza no obedeció y continuó en alta mar. A las 7:30 del 6 de marzo Casado transmitió a Buiza la orden, en nombre del CND, de no entrar en Cartagena “de ninguna manera” hasta nueva orden. La negativa de Buiza a cumplir la orden de volver al puerto tuvo como consecuencia la pérdida de las esperanzas del Gobierno y su partida al exilio, como hemos dicho.

Finalmente, Buiza tomó la decisión, sobre las 08:00 a.m. de partir con la Flota hacia Argel; tras recibir instrucciones de las autoridades francesas terminó recalando en Bizerta, en Túnez. En la práctica esto suponía la ignominiosa entrega de la Escuadra a Franco, puesto que los franceses habían ya reconocido su Gobierno como el legítimo de España.9

Mientras tanto, en Madrid, las tropas que se oponían al golpe de Casado llegaron a reconquistar los puntos clave de Madrid; el 8 de Marzo la 8ª División de Guillermo Ascanio Moreno, el I Cuerpo de Ejército de Luis Barceló Jover, y la 42ª Brigada Mixta de Juan Sánchez Castro, con otras unidades, consiguieron dominar a las tropas casadistas y pareció que el Golpe contra Negrín se hundía.

Pero a partir del 9 de Marzo la suerte cambió otra vez. El IV Cuerpo de Ejército, a las órdenes de Cipriano Mera [imagen], avanzó para enfrentarse a los comunistas; que además tuvieron que enfrentar una ofensiva franquista limitada contra las posiciones comunistas. Aumentó la desmoralización por las noticias de la huida, dos días antes, del Gobierno Negrín y la Dirección comunista (como sabemos, debido a la pérdida de la Flota). Finalmente, los comunistas tiraron la toalla tras la llegada de dos emisarios de Pedro Fernández Checa (del Bureau Político del PCE): el Bureau, considerando la guerra ya perdida, instaba a la negociación con Casado, la evacuación de los que pudieran y el pase a la clandestinidad del resto.

Las tropas comunistas se resignaron a negociar con Casado y el 12 de Marzo se llegó a un acuerdo sobre la base de que no hubiera represalias, que hubiera canje de prisioneros y que los mandos continuaran en sus puestos. El acuerdo no fue respetado; al menos en Madrid, donde Casado hizo fusilar a Luis Barceló, detuvo a todos los mandos comunistas a los que pudo echar el guante, prohibió la prensa y asambleas comunistas y no permitió que los comunistas tuvieran mando, ni voz ni voto en los contactos con Franco.

Finalizada la mini-guerra civil de Marzo de 1939 (la cifra estimada de muertos es muy variable según autores, de 243 según el Registro Civil a unos 20000 para Bahamonde y Cervera) quedaba por ver si las negociaciones de Casado con los franquistas tenían éxito. El día 12 comunicó al Gobierno de Burgos que estaba dispuesto a negociar unas condiciones de paz.

Y sí tuvieron éxito… para el bando sublevado, claro. Los franquistas, que habían mostrado una actitud moderadamente benevolente hacia Casado y los suyos (como se ha dicho, incluso atacaron las posiciones comunistas, obligándoles a distraer tropas que, de otra forma, se hubiesen enfrentado a los anarquistas) mientras les interesó, cambiaron radicalmente su postura.10 Se negaron a recibir a negociadores “de igual a igual” (Casado y Matallana), y sólo aceptaron entrevistarse con mandos inferiores para entregarles las “Normas para la entrega del Ejército Rojo y ocupación de todo el territorio”. Dos emisarios de Casado viajaron a Burgos para recibirlas, y los franquistas no quisieron oír hablar de otra cosa que la “rendición incondicional”. Una gestión ante el gobierno británico para que presionara a Franco también fracasó.

Los anarquistas, que se dieron cuenta tardíamente del error cometido, se empezaron a cuestionar la política de Casado. El Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario hizo un llamamiento a “continuar la guerra hasta ganar la paz” y a “prepararse para la evacuación y el paso a la clandestinidad”. Es decir, aceptó la política de Negrín cuando había contribuido a destruir su última posibilidad de éxito.

Los emisarios de Casado y los de Burgos se entrevistaron dos veces, el 23 y el 25 de Marzo, y luego Franco mandó cortar las “negociaciones” con la excusa de que los republicanos intentaban ganar tiempo. Como única muestra de favor (y quizás también para que no se airease mucho su falta de palabra y para aumentar la discordia entre los exiliados) permitió que los principales mandos de la Junta de Defensa, incluido Casado, se fugasen en un avión que puso a su disposición.

El día 26 de Marzo Franco ordenó la Ofensiva General en todos los frentes. Madrid cayó el 28, sin lucha. Las últimas ciudades, Murcia y Cartagena, cayeron el 31 de Marzo.

Así cayó la República. En el próximo, y último episodio, veremos el destino de los principales actores de esta tragedia. Y aprenderemos lo que fue la “Benevolencia del Generalísimo”.

comentarios (1)
  1. Rob_Ben_Gebler
    1.- Matallana era cambiado de Jefe de Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Región Central a Jefe (interino) del Estado Mayor Central; y, Casado, de Jefe del Ejército del Centro a Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra. Los dos puestos no eran una degradación (Casado incluso estaba previsto que ascendiese a general; y Matallana, aunque de manera interina, ocupaba un puesto de mayor importancia) pero no suponían mando directo sobre tropas.

    2.- Como hemos visto, no era cierto. La conspiración de Casado estaba ya lo suficientemente avanzada como para asegurar que, a no ser que Negrín hubiese reaccionado deteniendo o destituyendo a todos los implicados, el golpe se iba a desencadenar en pocos días. Apuntaré que Casado publicó varios libros de memorias, que ofrecen notables diferencias entre ellas; por ejemplo, en las de 1939 (“The Last Days of Madrid”, Londres) no aparece el general Miaja en la reunión de Valencia. En general, Casado es bastante poco fiable.

    3.- Matallana, que se encontraba en Valencia, se presentó ante Negrín, y fue detenido, aunque poco tiempo después fue liberado.

    4.- El relevo, para colocar en un punto tan sensible a alguien de la máxima fidelidad, estaba plenamente justificado. Galán (hermano de aquel Fermín Galán que se sublevó en Jaca en 1930) era un veterano comunista, y había participado en varias campañas, la última la de Cataluña; Bernal, a pesar de su fidelidad republicana, era conocido por sus ideas antirrevolucionarias, y era débil de carácter; Negrín creyó que no sabría oponerse a la conjura en marcha. Tras el triunfo del golpe, fue nombrado por Casado Gobernador Militar de Madrid. Aunque duró poco. Encarcelado por los franquistas, murió en prisión antes de llegar a juicio.

    5.- El Jefe de Estado Mayor Mixto, Vicente Ramírez de Togores; el Jefe del Arsenal, Norberto Morell Salinas; el Jefe de los Servicios Civiles, José Semitiel Rodríguez, y el Jefe del SIM y secretario del Estado Mayor, capitán de Aviación Adonis (se los juro) Rodriguez. No eran los únicos conspiradores, como veremos. Por la tarde, el responsable de Orden Público de la zona interior (coronel Ricardo Burillo, ex-comunista) y el jefe de la FAI murciana habían intentado convencer a Bernal de que se negase a ser sustituido por Galán; la negativa de Bernal a insubordinarse y el llamamiento del Comisario de la Flota, Bruno Alonso, a adoptar una actitud expectante…

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