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Franco ¿Justo entre las Naciones? (III): Construyendo Mitos

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Ya hemos visto que, conforme se acercaba el final de la Segunda Guerra Mundial, el Régimen franquista se iba fabricando una pantalla de “humanitarismo”; en general, aprovechando acciones personales de algunos de sus representantes diplomáticos en Europa.

Esta apropiación de sus actos es tanto más desvergonzada cuanto que hasta la segunda mitad de 1944 no demostró tanta “filantropía” -llegando a reprender o cesar a alguno de ellos, como Muguiro o Romero Radigales, por “excesivo celo”- y, terminada la guerra en Europa, le faltó tiempo para anular (mediante sendas circulares a sus cónsules, el 24 de Julio y el 10 de Octubre de 1945) las “generosas” medidas que habían tomado a finales de 1944… no fuese a ser que algún judío se aprovechase de ellas para venir a España.

Como se ha comentado, la “autorización de paso” de judíos a través de España era, en realidad, medida obligada para nuestro país, en razón de su supuesta neutralidad, y el Régimen de Franco tuvo buen cuidado de que no se quedaran a residir aquí (salvo los nacionalizados españoles); además de asegurarse de que los gastos fueran financiados por los propios judíos, por la Cruz Roja o por otras organizaciones.

Tras el final de la guerra, España pretendía incorporarse a las Naciones Unidas como miembro de pleno derecho; y, para ello, procuró jugar sus cartas de anticomunismo (ya se adivinaba en el próximo futuro la Guerra Fría)1 y de no haber entrado en guerra cuando todo sonreía a Hitler. La decepción fue enorme cuando se excluyó a España de la ONU2 y cuando, el 12 de Diciembre de 1946, se aprobó la resolución nº 39, que recomendaba la retirada de embajadores de Madrid.

"Pintaban bastos" para España en el panorama internacional, por lo que se ordenó intensificar la construcción de Mitos que nos son muy conocidos pero que, en la mayoría de las ocasiones, son solamente producto de intensas campañas de propaganda: La oposición de Franco a Hitler en Hendaya, los servicios del espionaje español a favor de los Aliados… y el “humanitarismo” del Régimen con los judíos perseguidos.

En relación con este último se editó un folleto en 1949 en varios idiomas, donde el Régimen se apropiaba de los esfuerzos de los diplomáticos españoles que ya hemos relatado.3

Esta primera campaña no tuvo mucha presencia hacia el interior del país, porque para ello hubiera sido necesario reconocer las extremas crueldades del régimen nazi; cosa para la que el franquismo no estaba muy dispuesto. En cambio, sí se hizo publicidad de las supuestas “bondades” del franquismo con los judíos para afear el “desagradecimiento” de Israel, que votó “no” cuando, en 1950, se acordó el levantamiento de la recomendación de la retirada de embajadores en España.

En la época de la “apertura” y el “desarrollismo” (años 60 y 70) España trató de impulsar nuevamente su imagen exterior, patrocinando distintas obras (artículos, folletos, libros) en las que se volvía a presentar la Imagen de “Franco, defensor de los judíos”, poniendo a disposición de sus autores los fondos del Ministerio de AAEE y “dirigiéndoles” en sus conclusiones. Las dos más conocidas (aunque sea porque citas suyas aparecen en todas las Construcciones del Mito (incluyendo la más reciente, la de Arcadi Espada) son las de Federico Ysart, autor de “España y los judíos en la Segunda Guerra Mundial”, 1973) y Chaim U. Lipschitz (autor de "Franco, Spain, the Jews, and the Holocaust", 1984).[en la imagen, el Rabbi Lipschitz con Campechano y Sofi]4

Por último, en la época actual, coincidiendo con los intentos de rehabilitación de la dictadura franquista, y favorecidos por la facilidad de publicar en Internet y RRSS, asistimos a un nuevo intento por resucitar este mito. Digo bien: no se trata de construir un Mito nuevo, sino de resucitarlo, pues no han aparecido nuevos datos, sino que se vuelven a repetir los viejos “mantras”; se vuelven a presentar como ciertos puntos que han sido rebatidos hasta la saciedad por autores como Álvarez Chillida, Haim Avni, Bernd Rother y el matrimonio Antonio Marquina-Gloria Ospina. A grandes rasgos, lo que suele encontrarse es unas cuantas citas de personalidades que agradecen a Franco su “humanitarismo”.5 pero que, si miramos un poco más de cerca, no resisten la crítica historiográfica.

Veamos:

A) En primer lugar, notemos que la lista de la nota se repite... incluso con sus errores: por ejemplo, Golda Meir (en hebreo) se llamaba. de nacimiento, Golda Mabovitch (nació en Kiev, Imperio Ruso); adoptó el apellido Meyerson al emigrar a EEUU, y más adelante Meir, con el que fue conocida. No es un error muy grave, pues las vocales viran con frecuencia a diptongos (otro ejemplo sería Myerson/Meyerson, en el mismo personaje) pero sí es muy significativo de que se copian unos a otros. Mucho más grave es ese fantasmal "profesor Yad Vaskem, de la Universidad Hebrea de Jerusalén", que no es otro... que el Instituto para la Memoria para las Víctimas del Holocausto Yad Vashem, que tanto hemos citado en estos artículos (literalmente, Yas Vashem significa "Un Monumento y un Nombre").

Otros errores hay, pero es suficiente con que se retenga que esta lista se copia y recopia... y no se cuidan siquiera de leerla y analizarla.

B) Cuestión aparte es la extracción de citas fuera de contexto: por ejemplo, Haim (o Chaim) Avni, y ese profesor Yad Vaskem (bueeeno, el Memorial Yad Vashem) no defienden que fuese Franco quien personalmente protegiese a los judíos. Una lectura atenta de la cita dice "...por las actuaciones directas de las embajadas y consulados españoles..." sin hacer referencia al Gobierno español. Lo que es más, Avni, en su libro "España, Franco y los judíos" (1982) desmonta que fuese Franco quien impulsase las acciones de los diplomáticos españoles.

C) La mayoría de citas (Golda Meir, Elie Wezel, Max Mazin, Israel Singer) son entresacadas de entrevistas o declaraciones "protocolarias" donde difícilmente puedes hacer otra cosa que elogiar al difunto, al anfitrión o al país donde acabas de aterriza. Su valor real es tan escaso como la defensa que hace cualquier político en viaje diplomático a una dictadura (como Cuba. Arabia Saudí, etc). Además, muchas de ellas se hicieron cuando se creía, de buena fe (porque así lo afirmaba el Régimen y los auténticos héroes no podían decir nada), que las acciones de los diplomáticos españoles habían sido realizadas gracias al Gobierno español, y no al margen de éste. Téngase en cuenta que hasta los noventa no se confirmó (aunque se sospechaba desde hacía bastantes años) la impostura del Régimen franquista.

D) Otro punto a recordar es que muchas de estas declaraciones se refieren a judíos “salvados” que, en realidad, simplemente, fueron recibidos y transportados por España fuera de nuestro país. Como hemos visto, España –como cualquier nación que se declarase neutral- tenía la obligación de no entregar a los fugitivos de los países en guerra, excepto en el caso de criminales notorios. Pero España no se comportó de manera generosa con los judíos. No les permitió la residencia en España, los remitió a otros países en cuanto pudo, y cobró su paso todo lo caro que pudo. Incluso devolvió algunos a la Gestapo. El hecho de que el número de judíos que pasaron por España hasta encontrar refugio en otros países sea muy elevado es una mera cuestión geográfica. En 1940 la derrota francesa hizo huir al extranjero a decenas de miles de judíos cuyo único destino posible –descartada la opción de cruzar los Alpes hacia Suiza, o escapar a Gran Bretaña- era el país situado al Sur: España.

E) Y, entre todas las citas, hay una que –por ser menos conocido el contexto- voy a comentar. En primer lugar, no estoy seguro de que esa cita sea cierta; no sería la primera vez que se introducen frases en un debate en RRSS y se reproducen hasta el infinito… y más allá. Me refiero a la cita de Golda Meir en 1959, siendo Ministro de AAEE. Pero, aunque sea auténtica, hay que tener en cuenta que, en 1959, Israel pasaba por unos momentos difíciles, como país, con una verdadera crisis existencial interna y una falta de apoyos en sus relaciones internacionales.6 No parece extraño que la Ministro de Asuntos Exteriores –aparte de que en 1959 se creía realmente en la generosidad franquista, como he dicho- buscase evitar la ofensa a un país que se destacaba como un aliado de EEUU.

Y con esto concluyó estos artículos. Me pongo con la [pen]última expulsión de los Borbones.

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