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"Dios o nada", y "La sal de la tierra" - critica al catolicismo desde las vacaciones

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Como estos son tiempos de renacimiento del sol, en mi pausa durante la saturnalia he empezado dos libros, uno del cardenal Robert Sarah (Dios o Nada) y otro del papa emérito (cachondeito aparte) Benedicto XVI.

Cualquiera que me haya seguido sabe de mi escepticismo ante las enseñanzas de "los (otros) hombres de dios". Pasar demasiado tiempo en una empresa de consultoría me ha servido para ver cómo funciona una organización (como la Iglesia en este caso) a según qué niveles.

Respecto de las opiniones del cardenal Sarah, me llama la atención que citando a Pablo VI diga:

Para construir la Iglesia es preciso esforzarse, es preciso sufrir. La Iglesia debe ser un pueblo de fuertes, un pueblo de testigos animosos, un pueblo que sabe sufrir por su fe y por su difusión en el mundo, en silencio, de modo gratuito y con amor

Os juro que he oído ese discurso, quizá con otras palabras, muchas veces. La tierra prometida, la vida eterna, la redención a través del sufrimiento y el esfuerzo Intercambiable con "promoción", "bono", "KPIs", "puntos de mejora". Siempre es algo "para otros". Huelen a azufre como si estuvieras delante del ángel caído.

Ir al despacho del jefe, tras este discurso, a explicar un problema en el curro que necesita de atención urgente, acaba de forma similar a cuando Juan Pablo II despachó a Monseñor Oscar Romero acerca de El Salvador, con un "no me traiga muchas hojas que no tengo tiempo para leerlas... Y además, procure ir de acuerdo con el gobierno". Ehem, querido Wojtyla, que he leído la biblia, y aunque no sea mi objeto de estudio, recuerdo en los salmos una interesante apreciación:

3 No confiéis en los príncipes,
Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra;
En ese mismo día perecen sus pensamientos.

5 Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,
Cuya esperanza está en Jehová su Dios

Por mucha infalibilidad papal que tengan, siguen siendo príncipes e hijos de hombre y mujer1 .

Tras leer a Robert Sarah, veo mucho Kierkegaard, y se nos indica que la única forma de tragar con lo anterior es el salto de fe y pensar que ambos sucesos no están relacionados y que solo el último (el hecho de que dios esté en nuestra alma y que hemos de dialogar con él es el relevante). Pero eso entra en contradicción con lo de justo arriba. Incluso el propio salmo se contradice. En fin.. Confío en que los términos de en se refiere a dios se puedan traducir en pasión, propósito, rectitud e integridad, pero no es el 3 en 1 omnipresente y omnisciente. Si es así compro el discurso. La diferencia es que en ese contexto, uno sigue lleno de dudas.

El cardenal Sarah es lo que haría un buen director ejecutivo de una empresa de servicios, alguien que hace funcionar la empresa y se rige por el libro y da los valores que pone en el libro, bien contrastados, sin experimentos, sin innovar nada. Ahí, me temo, solo encuentras continuidad y eso no es lo que la iglesia católica necesita, porque es declive lo que hay adelante

Me llamó la atención esta cita de Ratzinger por parte de Robert Sarah

«Sin Dios, el hombre no sabe adónde ir ni tampoco logra entender quién es». Lo que está en crisis es el hombre, no solamente la economía. La cuestión social ha pasado a ser una cuestión radicalmente antropológica: tiene que ver también con la decisiva cuestión del «eclipse de Dios».

Tremendo, describe el hedonismo y la superficialidad perfectamente, aunque Ratzinger es parte interesada en el debate. Quizá la actitud de la iglesia haya tenido que ver con el eclipse, no veo un ejercicio de autocrítica en Joseph Ratzinger. Tampoco veo una solución evidente al problema aparte del salto de fe (y volvemos a Kierkegaard). Eso me lleva a la obra de dios, vacío de contenido segun Hegel, y al que dio la puntilla Nietzsche: ¿es la obra de dios o del hombre la que vemos aquí? Si es la obra de dios de los hebreos, católicos y musulmanes, no veo nada al respecto que lo indique, ni veo razones por su parte basándonos en los hechos históricos y empíricos. Muchos se han esforzado en encontrar lo que querían ver, ¿estamos en un sesgo de confirmación?.Si es la obra del hombre, me temo que es un ejercicio de soberbia por parte de Ratzinger arrogarse el poder del designio último. No puedo afirmar ni una ni la otra,

Así que en este punto, mi proveedor de literatura pesada me mandó "La Sal de la Tierra" escrito por el entonces Cardenal Ratzinger, que sinceramente, no tiene desperdicio. Mis comentarios al respecto:

Hasta donde he llegado, mi opinión es que que apartarse a un lado y dejar a alguien como Bergoglio dirigiese la nave ha sido un error (pero es lo que yo hubiera hecho): el mensaje de Bergoglio tiene un problema doble con la audiencia: Ratzinger, (y Wojtyla) tenían a su audiencia contenta, les daba lo que querían oír. Papas conservadores que mandan un mensaje conservador. El nuevo papa sólo puede cabrear a la base, porque se aleja de la ortodoxia de sus predecesores, y desde luego un potencial fiel (me excluyo porque aquí no soy imparcial) no se siente aludido por el aire pretendidamente renovador. Y llega unos 50 años tarde, lo normal en la Iglesia.

El problema de fondo, que Ratzinger parece identificar (pero no concreta), es lo que se le puede llamar ludismo.

El mundo se divide en el bloque neocomunista (que es un comunismo tecnocrático, conservador y enemigo del liberalismo) compuesto por Rusia y China, el islam y su enfoque neomedieval, y el bloque occidental, templo del ludismo. En las dos primeras, la persona importa más bien poco, en el bloque occidental el ludismo es un "qué hay de lo mío" al cubo, narcisismo, "esta es mi vida y la única que tengo", y "no pienso arriesgar nada que ponga en juego el Statu Quo". No hay que ser muy listo para ligar el problema del bloque occidental con el experimento de John Calhoun y sus ratoncitos ( te dejo aquí un enlace al contenido del experimento: es.wikipedia.org/wiki/Drenaje_conductual).

Ratzinger es un hombre intuitivo y muy inteligente, que sabe el problema que tiene de fondo la iglesia actual es que la población que ha de seguirle se ha transformado en un montón de "ratoncitos hermosos" usando la referencia de Calhoun: si lo vemos como una empresa tiene un producto que no se vende, algo así como le pasó a Kodak. En el caso de Kodak, el gigante de la fotografía quedó arrinconado, y en bancarrota por la llegada de la fotografía digital. Sus patentes fueron vendidas, y ahora se dedican a producir químicos y mantienen aún el negocio de papel fotográfico y película... pero ya no es lo que fue.

Mi opinión al respecto, es que la iglesia como tal tendrá que reconvertirse como hizo Kodak y dedicarse a su nicho de potenciales fieles, o está acabada en dos generaciones por falta de relevo generacional. Creo que se perdió una oportunidad de oro dejando pasar a la teología de la liberación para centrarse en su base de siempre.

A estas alturas de la película, los luditas son ya demasiados, la inercia de la sociedad actual se dirige hacia la completa falta de valores morales y espirituales, y se refleja en sus dirigentes (como Trump o Boris Johnson). Esto es un hecho. Pero no veo que Ratzinger hiciese nada con la influencia y poder en su mano por cambiar el Statu Quo (salvo en la fase de mediador que él indica, para dirigir el discurso a los fieles, y me temo que no es el foro donde toca). Si me preguntase, no veo que tenga una solución evidente salvo la de fanatizar a los fieles y devolverlos al medievo como hace el Islam. Puedo ponerme en sus zapatos, y al no tener otra solución, lo mejor es echarse a un lado. Es la maldición de Cassandra.

Estados Unidos está en fase de transición a segunda potencia económica (eso lo viviremos en esta época, con el fin del Dólar como divisa de reserva e intercambio), y se ha dado cuenta demasiado tarde de que las cadenas de producción no están en sus manos, sino en las de su sucesor como superpotencia: China. Estados Unidos, como paladín del Objetivismo (ese engendro pseudofilosófico de Ayn Rand, a la que venera toda la clase política y empresarial norteamericana) es el reino del yo primero, y el que venga que arree. Esa falta de solidaridad, ese presunto darwinismo social, ese individualismo extremo es el origen del ludismo, y es una consecuencia del cisma luterano en gran medida. He vivido bien esa sociedad, lo que menos se fomenta en estos casos es la solidaridad (y no hablamos ya del espiritualismo). El problema principal es que la iglesia ha visto en estas opciones su refugio y se ha puesto a la sombra de los post-randianos porque son una continuación del antiguo régimen. Sin pretenderlo, a estos ojos figura como que la iglesia ha hecho desertar a sus potenciales fieles entregados al ludismo por la maquinaria de las megacorporaciones que hacen presión para la perpetuación del ludismo como sociedad de consumo. Ni más ni menos que el rendimiento cortoplacista, vamos a lo que funciona, nada de experimentos, solo se vive una vez, y una larga lista de slogans vacíos para dotar de una cómoda existencia vacía al ser humano. En este sentido, ¿el Islam lo ha hecho mejor? Un juicio no apresurado: no son inmunes al ludismo, pero sí es cierto que cuanto más pobres son (cuanto menos acceso tienen a según qué recursos), más inmunes son al ludismo. En ese sentido, el neo-comunismo y el islam juegan a equiparar por la base a las sociedades, y de ahí su consistencia social. El Islam, sin tener en cuenta a los radicales, no es demasiado diferente de las otras dos religiones del libro. Da paz (espiritual) al creyente que observa la ley, te da una existencia.

El bloque occidental como sociedad, esa utopía donde hay de todo para todos a golpe de crédito, te entrega a placeres efímeros que desembocan en la náusea del vacío existencial, de ahí la necesidad de encontrar un propósito. Pero la miseria moral y la indigencia intelectual de políticos y empresarios no apunta a una solución que venga de los líderes de nuestros días.

Económicamente, China ha apostado por comprarse áfrica (solo hay que ver quién está promoviendo la construcción de infraestructuras en el áfrica negra), y está comprando latinoamérica poco a poco, sin hacer demasiado ruido, a base de condonar deuda y asegurando sus líneas de suministro. Y con ello, se asegura el control del planeta en la segunda mitad del siglo XXI

Sigo teniendo demasiadas preguntas, sigo leyendo. Quizá la solución sea ver la vida con los ojos de un niño, libre de anclajes morales, prejuicios y ataduras... lo que me lleva a Nietzsche de cabeza. En el diálogo de Zaratustra con el último papa, ya jubilado, dice: "¿Sabes cómo murió (Dios)? ¿Es verdad... que fue la compasión la que le estranguló?", pregunta Zaratustra. A lo que el papa jubilado, tras narrar la evolución de Dios, responde: "Un día se asfixió con su excesiva compasión".


P.D:
Ahora mismo, lo que más me aterra es que, después de seguir las noticias en EEUU, está el caldo de cultivo del NSAPD en la Alemania del 1933, el votante del slogan "Make America Great Again" es el que hubiera votado "Make Germany Great Again". Hasta ahora hemos tenido la suerte de tener un cobarde narcisista y corrupto como Donald Trump, el día que el votante republicano descubra a un mesiánico como Hitler, nos espera una buena. En otras palabras: el ludismo está destinado a convertirse en una dictadura o en una plutocracia supranacional, veremos de qué tipo de monstruo hablamos en cuanto pase esta pandemia.

P.D. 2:
El momento más divertido del sistema actual es convertir todo el sistema en "something as a service": el software, tu infraestructura informática, tus seguros, tu banco, el coche como servicio compartido, tu casa como un leasing al banco, tu médico... pay as you go! más barato, señora, no compre, alquile. Y es ahí donde el sistema capitalista , donde la propiedad privada es sagrada, pasa a ser un sistema de servicios compartidos ¡en plan comunista! Nadie tiene nada porque todo es un servicio donde las corporaciones te sangran hasta que espichas. Pero sin embargo, no veo a nadie citar a los liberales ni a la economía clásica como un "derecho natural"


1 cito de la wiki
Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (Ciudad Barrios, 15 de agosto de 1917 – San Salvador, 24 de marzo de 1980), conocido como monseñor Romero,2 fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980), célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos y por haber sido asesinado durante la celebración de la misa en la capilla del hospital Divina Providencia. La orden de su asesinato nunca se ha confirmado oficialmente. La Iglesia católica lo venera como santo y algunos de sus fieles se refieren a él como san Romero de América.

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