La «conspiración del harén»: magia negra y adulterio para asesinar al viejo faraón Ramsés III
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En el Antiguo Egipto, la figura del faraón era la de una deidad que caminaba sobre la Tierra. De él decían los papiros que «el terror que inspira abate a los bárbaros en sus países». Los súbditos le veían como el hijo de Ra (dios del Sol), como el señor del universo y como el heredero del creador. Su figura rezumaba poder ancestral y estaba rodeada además de la protección mágica de las divinidades. Por eso, atentar contra su vida significaba algo más que pensar en matar a un hombre.