Palabras muertas antes de nacer
Miraba la luna sentado bajo un árbol. Pensó en que sus hojas eran más bellas que la plata, y las estrellas más hermosas que cualquier joya. Pensó que el ser humano debió recurrir en su día a las piedras preciosas, el oro y la plata, para tener una representación imperfecta de ese milagro. Pero nuestra estupidez nos llevó a olvidar la grandeza de las estrellas y hurgar en la tierra buscando joyas.
No compartió con nadie ese pensamiento, como tantos otros. Por vergüenza, por temor a no ser comprendido, por la convicción de que no valía nada...por tantas razones que le atenazaban, como atenazan a tantos otros. Es curiosa la evolución de la mayoría de seres humanos desde su nacimiento. En los primeros años son pura espontaneidad: expresan alegremente y sin complejos lo que piensan y sienten, sin reparar en su "conveniencia". Posteriormente, muchas voces autorizadas les van enseñando a no expresar cosas inapropiadas. Desde los padres que montan en cólera porque su hijo les ha dejado en mal lugar ante sus amigos por una ocurrencia, hasta el matón que golpea a un compañero de colegio porque decide hablar de ballet cuando debió hablar de fútbol.
Y entonces nos domina el silencio. En unos casos, es tangible: dejamos de hablar porque estamos convencidos de que el mundo no quiere escucharnos. En otros, está escondido pero no es menos triste: construimos un personaje para agradar a los demás, y ese personaje es muy locuaz... pero permanecemos eternamente mudos tras él.
Si todos nos atreviésemos a expresar lo que nos nace de dentro, saldrían a la luz millones de almas gemelas que hasta el momento han vivido en soledad. Descubriríamos que muchas ideas, peculiaridades, formas de ser...tienen un tremendo valor para otros aunque, desde nuestro silencio, pensemos que a nadie le gustarían.
Piensa en todas las oportunidades de ser feliz que has perdido por no atreverte a decir una palabra, a caminar sin máscara, a seguir el rastro de una estrella fugaz. Piensa que el silencio pesa más cuanto más tiempo lleva sobre tus hombros, y que acaba distorsionando tu visión de la realidad hasta el punto de hacerte percibir que todo es oscuro.
Y habla. No tienes nada que perder. Sólo el silencio.